lunes, 1 de marzo de 2010

DE LA CALLE AL OLVIDO

Papá, mamá

Hermanos, primos, parientes y demás

Enterramos a mi hermano muerto

Bruno Pino (El muerto)

*

El 24 de septiembre de 1973 murió Pablo Neruda fecha en la cual los amantes de la poesía y la literatura –a nivel mundial- se visten de negro, además se reencuentren con la poesía de este poeta.

Pero en el Ecuador, el 24 de septiembre debe ser el día en que reconozcamos a uno de esos seres invisibles que pasaron por las calles de Quito construyendo su historia. Seres anodinos que no buscaron ambiciones, contrarios a la pedantería de poetas como Neruda que era el buscar ganar el Premio Nobel, razón la cual, dos años después de recibir ese premio anhelado murió. Esperó, se consagró y se alejó. ¡Ya puso su nombre en la historia!

Acercándonos a la palabra del poeta peruano César Vallejo en los Heraldos Negros asevera: Son pocos; pero son. Pocos son esos seres que andan hirsutos por calles grasientas bailoteando a la realidad o como Bruno Pino “enfrentando a la mísera realidad”. Es que Pino no era un poeta cualquiera, era el poeta callejero, el del pueblo, el de la distancia, el cantante, el panfletario pero no por político sino por evanecer al poder.

Para donde vas: para siempre anotaba el poeta. Ese siempre que se estampó en la memoria de quien lo vio en las gradas de la Iglesia la Catedral o en las banquetas de la Plaza de San Francisco y que los mendigos lo catalogaban de loco. ¿Qué poeta no es loco? Por eso Erasmo de Rotterdam retrataba a la persona loca como la racional por que son los entes que divisan el otro lado de la realidad – ¿la neorealidad?- esa locura que Pino representaba en la ceguera: yo no quise amarte/ tampoco te busqué en mi ceguera.

Además, el poeta presentía este abandono que los lectores, supuestos intelectuales, le haríamos: es lindo/ que alguien escriba cuando ocurre algo/ y si alguien muere, por una causa grande/ que mejor que alguien escriba, diga algo/ una crónica. ¡Ni una sola crónica! Los supuestos diarios en el churrasco que son las notas culturales no se pronunciaron de este poeta que es parte de la historia del Ecuador, el país que el 24 de septiembre del 2004 lo vio morir entre la mendicidad, el hambre y la poesía.

*

Por eso a la distancia quiero rendir un homenaje al poeta que vive en la orilla del Machángara, en la Plaza Grande, en el Guasmo o en el Perú, que meses antes de morir fuera a dar un recital de despedida ante el mundo. Juan, quien cambió su nombre a Bruno, nació en Chimbacalle en 1945 y murió el 24 de septiembre del 2004 en el barrio los Sauces, Guayaquil donde reposan sus restos.


BALADA PARA EL QUE VINO

Mi padre vino de la guerra.

Yo le vi sacarse su camisa de combate,

las cuatro canas.

Junto al fuego de sus costados,

le oí contar historias

y metí mis dedos en los huecos de sus balas.

Hoy que mi padre ha venido de la guerra,

comeremos temprano.

ANTILOVE

Se llamaba María,

simplemente María,

desde que aquella tarde

que volvió a su pueblo.

Sobre su tumba

crecen las flores

que sirven de comida

a las vacas del Víctor.

DE: POEMAS PARA SER LEÍDOS A MANO

Si la noche nada en el pez celeste,

¿será cierto que el agua es ciega?

Si hubiera nacido ángel,

¿viviría en el Ecuador?

Mejor que no tenga patas

ni cabeza, ni tabo final.

Que no sea

ni nada solamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario