domingo, 20 de marzo de 2011

Y NOS HALLARÁN DORMIDOS


Así reza en uno de los versos del poemario: El arpa del ceibo en llamas, del poeta ecuatoriano Antonio Vidas, residente en España. Conjunto de poemas que forman un cuerpo irreverente a crecer en una sociedad postmoderna, vívida en los merchandising. Donde las raíces se estancan en un olvido. Este libro nos lleva a esos recovecos de la niñez, nos plantea un esceario tierno, pero también violento, desparramados en la magia de la palabra: la poesía. Dice: "Descubrí en frondosos deslaves el cuarzo frutal del pechiche, / donde, tarde, mi soledad llegaba a envejecer... / Vetas con pus de naranjo y chirimoyas con glaucas varicelas, / contagiaron mi salud tostada al sol..."

Poemas que deben leerse con un compromiso inevitable. Antonio Vidas recupera su fuerza e ingresa sigiloso al escenario nostálgico. Es él en esta Infancia y aldea (primera parte del libro) "Antonio Vidas he muerto en la ronca bóveda de la panza del / tiempo", dice la vos poética, profetizando el camino doloroso, a la vez fantasioso que nos depara el libro, como un manifiesto glacial. Un grito rebelde, "Antonio Vidas, me voy. Salgo esta noche última del siglo... / Cuán amargo y poderoso era bohemio del arpa astral de la / poesía..."

En Ciudad y juventud, Antonio Vidas descubre ese pasillo, ese pueblo, ese niño ciego que vivió un pueblo carcomido en la pobreza, más narrativo que constructor de imágenes, Vidas nos muestra poemas hoscos, pero cargada de emociones: "Ciudad y aluvión de unos ojos que amé en otras vidas". Para luego, lanzar al silencio este grito, que de seguro perdurará en el latir conjunto de corazones: "Dile Amor al tiempo que vuelva"

En los Campos verdes y Destierro, Antonio Vidas experimenta, con una voz inmersa en la poética vanguardista, con elementos naturalistas, códigos familiares, símbolos, mitología andina, un rito sagrado: "¡Oh, paraíso verde, volabas sin bozal, a lomos de maní sin / cumbre! / llamarada del cafetal que muele la noche..."

Es por eso que El arpa del ceibo en llamas, de Antonio Vidas, viene a ser un poemario diferente, trabajado con austeridad. Publicado por Marfuz ediciones, en el año 2010, editorial dirigido por Alexis Cuzme, me llena de agrado presentar a ustedes un poema de este libro para que lo disfruten:

MONTONEROS DE LUZ

En el pensamiento y la obra
de nuestro general
don Eloy Alfaro, en Chone.

En una aldea del tiempo yo soñé la revolución de la tierra.
Y eran montoneros de fuego con casacas de agua y armadillo,
en barrancos de éter y ensillado el aire al trote de los árboles;
la hierba meteórica corría tras la última jornada del sol.

Y eran hombres que llevaban al cinto huracanes de cuero,
aros planetarios en las alas de paja del sombrero...
En hormigas su cadáver entraba en las vísceras del trabajo,
el brazo mariscal del cangrejo en furiosos garabatos,
y las hélices del machete en pos de la cumbre de plaga astral...

Oh, tiempo en que soñé trillado el yunque con perdigones de
/maíz,
a la caza del cielo por el dolor escultural del día sepultado,
que mis ojos rurales no verán,
y ciegos granos de abril ven emerger crecimientos solares,
y volar los surcos hasta altura de la guacharaca,
hacia la altura esmalte del mono que cuelga en el arnés.

Porque, aquí yace, muchos futuros, parado sobre mi muerte,
un yo mutilado, pateando las losas de asfalto, hasta el alba...
Galopante el viento que, entre andinas nubes del cielo,
alzó su espada profunda contra el dios que dormía...

Liberto yo soñé la epopeya de la selva,
circuida de anacondas líquidas que matan su propio esqueleto,
y la sangre del camote que escarba su santuario.
Campesino de la altura yo soñé hasta caer las canillas del
/tiempo.
Y otros eran nuestros mundos amanecidos en tumbas verdes,
con caminos levantados hasta las columnas del palmar,
con hambres rumiantes hasta las carnes del ocaso,
y la garganta esférica del sol,
¡ya sobre el cenit de nuestras nucas!