jueves, 26 de agosto de 2010

Del silencio hacia la luz



¿Con qué valor se puede leer una antología de 21 poetas en fin de siglo? ¿Qué es lo que buscan? Quizá la respuesta lo encuentre Ramiro Oviedo (Riobamba 1950), en el poema que abre esta antología y con el cual destruye ese recoveco exigimido de culpas, llamado silencio: algún rincón, un hueco, alguna página…/el artista halla una calavera…; este, creo es su valor -lleno de subjetividad-, declarar la guerra al olvido.

Pero, también, la lectura de una antología de 21 poetas en fin de siglo es exultar al lector a romper esquemas y extenderle el plato de segunda mesa. Situarle en la orilla desnuda de voces e ir reconstruyendo bocadillos con la nada esparcida en fábulas recuperadas en un deseo clausurado en el poema: No hay razón para escribir/estos injustos versos/versados en la nada… (Alfredo P. Bermúdez, 1956).

A su vez, estos 21 poetas ecuatorianos redimidos en la “realidad globalizada” desembarcan a los Adoum, Carvajal, Madrid, Mussó como los cánones donde se encuentra versada la lírica ecuatoriana. Surgen desde la amapola heterogéneos nombres, destacan muchos de ellos, Leopoldo Tobar, Eduardo Morán, Roy Sigüenza, Diego Velasco, Pablo Yépez, Margarita Lasso, M. Fernanda Espinoza, Marcelo Arteaga; por nombrar algunos nombres prohibidos que se parecen al mar y se construyen en la arena de la palabra, la sagrada poesía.

Estos 21 poetas, nacidos entre los años 1950-1964, denominados Generación de los talleres, abren un espacio a la literatura cíclica y ancestral, tan prodigiosa de sabiduría: su estructura calcinada en los microondas/cósmicas/cada rama tiene su poblador y su reverso/cada habitante su destino… (Pablo Yépez, 1958). Así copulan entre el magnetismo de vivir la poesía, como forma de existencia neta e irreversible en el camino del Qhapaq Ñan, tratando de encontrar el camino de la justeza, en palabras de Javier Lajo, “la ruta de los justos, de los hombres consagrados al cuidado del equilibrio del mundo, de la vida y de la naturaleza…” (Qhapaq Kuna...mas allá de la civilización, 2002).

Este es el valor que genera esta antología de 21 poetas ecuatorianos en fin de siglo, construir un Ecuador justo y equilibrado, develar en letras tímidas la sangre que se desbordó por ríos sin memoria en gobiernos nefastos y corruptos que generaron desarraigo social y ríos de lágrimas: quiero recogerte pedazo a pedazo/hacerme una cobija con tus trenzas/ahí me envuelvo/así me quedo… (Fernanda Espinoza, 1964), y como un tatuaje quedar adherido a la luz desde el silencio que produce el poema.








Carta a Papá

Viejo:
tu hijo varón se ha casado,
pero, por favor,
no saltes,
ni me eches de la casa,
ni me digas irresponsable hijo de perra.
Sí. Ya sé:
mi edad,
mi carrera,
mi futuro.
Sin embargo,
ya lo ves.

Te contaré que mi mujer
No usa sostén,
Y se pone mis camisas.
Tiene la mirada de los niños
escarbando algo que sirva
para aplacar el gruñido del hambre
dentro de los tachos de basura
y un cierto parecido
a esta vieja herida
que tú me regalaste

Viejo:
la mujer de tu hijo
se llama Tristeza

(Eduardo Morán Nuñez, 1957)



***
Los poetas escriben
para conquistar el amor de una muchacha
para explicar los misterios de la vida o de los sueños
y si el tiempo es benigno
ser nombrados por los siglos
solo tú escribes para la alabanza pública

(Fernando Itúrburu, 1960)



La Magia del Poema

Mis malas noches con un libro en las manos
son las mismas del Dios,
convertido en agua o en bestia,
prisionero del laberinto.

La ciudad me entrega cada mañana
sus hijos primogénitos, las mujeres
en los dominios del placer
para calmar mi cólera
e ignora que mis ojos no duermen,
que la sangre en mis labios
renueva mi energía.

Las magia del poema consiste
en liberar al centauro.

Y en ese empeño no hay nombres ni reloj.

(Marcelo Arteaga, 1962)

jueves, 5 de agosto de 2010

NUEVOS POEMAS:


A MI COSTADO

A mi costado,
donde las ratas graznan su nido
me asilo
en la lágrima que me borra,
que me desnuda la mano
en el papel que cae
lentamente como suicida.
como gota de agua
me amordazo la lengua
y el pubis de la palabra
inventa un grito
para desenmascarar un miedo
que me consume
que me quema la lengua

y estoy a punto de caer
al río donde se devela la memoria
a punto de morir
en el agua borrosa de la lluvia

y estoy ahí
inventándome
y estoy ahí
donde la poesía desenmascara las miradas





EL DESEO

Nos embriagamos

La tristeza desandó nuestros
cuerpos

(escribimos poesía)

Y nuestras manos
buscan aplacar
el grito de amor
a donde la noche
nos conduce

Cristian López. T
Narrador y poeta. Se desempeña como docente en colegios secundarios del Ecuador. Colabora con la prensa escrita. Representante por Ecuador en el I Festival de Ecopoesía: "La poesía reverdece la tierra", realizada en Tumbes-Perú. Ha publicado: Casa de Soledad (poesía). Actualmente, dirige la Revista literaria: Ojos de Perro Azul.