domingo, 17 de julio de 2011

NO DEBERÍA HABER MUJERES BUENAS


Como su título, un libro que transgrede la sintaxis de la vida.

1.

El gusto que tengo por leer poesía me ha dado la incesante fascinación de la búsqueda de nuevas voces que imanten ese lado obscuro de mi vida, una sensibilidad que depare en la noche. Así, llegó a mis manos una veintena de poemas de una joven poeta mantense, Yuliana Marcillo, y al comenzar su lectura, al inicio, arribaron a mis ojos estos versos: Los sábados lloran perras, cantan gorilas/No soy santa, soy un ángel que tiene el lápiz del demonio... en ese momento recordé una frase de Jorge Luis Borges: Miro mi cara en el espejo para saber quién soy, para saber cómo me portaré dentro de unas horas, cuando me enfrenté con el fin. Mi carne puede tener miedo; yo, no. Tuve la sensación de encontrar en estos versos a ese demonio que encarne mi urdimbre soledad, la pesadilla de reecontrarme con ese miedo que dejé en el pasado.


2.

Irreverente, los versos de Yuliana Marcillo nacen de la transgresión, con un lenguaje que emerge del ambiente sórdido que nos lega este periodo postmodernista, donde la rebeldía es el punto de libertad y el amor solo es un agitado universo de penas, de lágrimas, nos dice la poeta:

Me dices estás bella

¿Bella?

Pero si estoy hecha de soledad y tierra, te digo...

(Yo)




Desacralizar una sociedad hipócrita son el próposito de estos versos, así reza en el poema Flaca Llorona: Abro las piernas para obtener amor, /cierro las piernas para exigir respeto... Gritar las penas que están obstruidas en su memoria, en ese recuerdo que el poeta lo encuentra. Desenmascarar a una época que nos infiere en el desencanto que nos dejó la moral del siglo pasado. Son estos versos que nos desafían con una sonceridad infernal: Era un secreto./Ahora lo saben; los demonios también lloran.


Versos que golpean la conciencia, que dejan una sensación de lluvia pegada a la ventana, de un enorme insecto que se desnuda en un charco de estrellas, los poemas de este libro: No debería haber mujeres buenas, prorrumpen de una originalidad que bucea la cotidianidad con unos ojos que aterran, que hieren, desafían, solo recuerdo a Bukowski que esperaba la muerte como un gato, así en el poema Silencios, los versos muerden: Si gritas nadie te escucha/ Las buenas personas pasaron de moda./ Hoy matan, violan, cantan...



Charles Bally no equivoca su afirmación al decir que "las lenguas cambian sin cesar y no pueden funcionar cuando no ocurren los cambios", así, el producto escrito se considera como una fuente de testimonio, tanto al presentar una lengua y su contexto, el fondo. En este caso, Yuliana Marcillo es consciente de este suceso y es la lengua ese vaso comunicante de su sociedad para con los otros:

No me des flores, dame un revólver.

Quiero acabar la disfrazada Navidad.

Todo verde, todo rojo, la dicha de un día es un tiempo falso

(Disimulo)

Pero la lengua no alcanza, necesitamos de una sensibilidad diferente. Unos ojos que capten la realidad sin tapujos, unos ojos que miren al detalle lo que sucede en la vida, denuncie. Que aplaque los principios y las normas establecidas por una sociedad pacata, y con una voz que toma el humor negro señala:

Si el amor es ciego,

Que las monjas bailen zamba

(Besos morados)

Esto es en pocas líneas: No debería haber mujeres buenas, un poemario que transgrede la sintaxis de la vida, que bucea lo recóndito del ser humano.


lunes, 11 de julio de 2011

La belleza que se tatúa debajo de mi lengua


Esta belleza no tiene la culpa de ser así, manifestaba Gonzalo Arango, en uno de los varios escritos nadaistas, frase que traigo a colación con respecto a esta serie de poemas que nos presenta Pablo Flores, en su Pin pon o la sequedad de las estrías, ¿Belleza o anti-belleza? cuando el poeta no se sujeta a cánones establecidos en la escritura de la poética sino que, desmitificando las palabras desestructura los versos y omite palabras oprobiosas, carentes de sentido: "Valen verga todos los puntos cardinales (...) que conforman el accionar de esta descerebración sobre un pastizal".

¿Pero qué hace que un poeta tenga la necesidad de desestructurar un esquema?

Quizá entender que el ser humano es producto de su tiempo. Que es una semilla que se va formando en este universo que nos inunda de dioses vestidos de shoppings, que trata de consumirnos. Ya en su tiempo, César Dávila Andrade indagaba nuevas formas de escribir poesía. La metafísica, lo místico, la bohemia eran parte de ese modo de expresar su época. Jorge Carrera Andrade tratando de ordenar su universo; Hugo Mayo, desde su puesto de burócrata, ensimismándose en el amor al arte. Y es en este contexto en que aparece Pablo Flores:


"Nací en la imitación de un paisaje postal contra la dispersa agua por caer en una


cena de lujo, dejo la descomposición del engrasado al agite de los moretones como


una brújula llena parcialmente de agua, compartimientos que ya se dieron en el


complejo de caastración según Lacan, y las obras de arquitectura de los retretes


cerrados del fin del mundo."



Conocí a Pablo Flores en el acto de aprendizaje de los talleres literarios de la Casa de la Cultura, dirigidos por el poeta Diego Velasco; y en ese avnace de su existencia, era la escritura unida a la experimentación, a su pensamiento, a la vida formal que llevaba, tanto en la Universidad como en su familia y amigos que empezó a mostrar su cosmos:





"Retado a mantener la orina por lo alto de la pared, contuve mis lágrimas,


me repitía a mi mismo que sólo mi cuerpo es la longevidad de un órgano


expuesto al sol y la lluvia, que las ondulaciones del estribo en el cual la


resina se fragmenta, se vuelve comida remada"





Era un poeta diferente, pero con alta dosis de sensibilidad, propio de gente que convierte su miedo en una inquietud. Y esta inquietud los reserva para su creación. Creación que desemboca en imágenes poéticas. Así, la poesía en Pablo Flores no está desligada de la vida, está en lo más alto de la sublimidad del ser humano, su poesía es testimonio del mundo en que habita.





Este poemario que es un juego para el lector, un pin pon que rebota en la miseria del ser humano y va dejando estrías en la sequedad de su mente, poemas que no brindan reposo, poemas caóticos que develan la fiesta en la creación literaria:





"El corte en el ojo por el mármol tallado a la alabanza del calor que transmite la


prórroga de la línea del sol en el hundimiento de la reminiscenciade refugio propio:


Cada torrente de sangre esparciéndose fuera del cuerpo"


Cercado a lo que García Lorca llamaría una selva de sangre, y en esa relación crear su Perro Andaluz, junto a Dalí, esa misteriosa llaga surrealista que en este poemario nos sugiere en cada verso.



Si en la mitología griega, Prometeo accedió a los recovecos de los dioses para robar el fuego y entregárselos a los humanos, con esta propuesta literaria: Pin pon o la sequedad de las estrías, Pablo Flores nos entrega libertad y armonía, lo necesario para hacer feliz nuestra existencia.






POEMAS:



De la vida y el género de la abreviación del poder de la belleza evolutiva, surge el viaje del esperma ensegueciendo la translación de los objetos que siguen siendo un show del cardumen de una costilla lustrada, dando lugar a la sátira de ladrones que pronto resumirían mi muerte, como un acto de fe insitida en la sombra de un pedazo de carne de res por caer al mar.



Dios los crió, y cayeron todos los pájaros del mundo



***



Velar por este manoseo en el virar de la mano, devendría en el hallazgo más plano de las catástrofes por el líquido de las bombas. Bang! La cabeza hubiese explotado de plomo si la rancia de caer a la hoguera como salvavidas no era un simple salto al vacío.



***



Posteriormente perpetuando encima de la incineración de esta escultura que asemejaba al pasto de campo; acabada el origen de un centro en la tierra al cual llamaríamos partidura, las estrías que se confundían en la bruma de cientos de mujeres pariendo al mismo tiempo.






domingo, 3 de julio de 2011

LA MÁQUINA DEL GRITO, SUAVE Y LIGERA RECOLECCIÓN DE GRACIAS / EN MI ESPERANZA PRESTADA



La máquina del grito, del joven poeta Marco Manotoa (atado a la escritura más que pasión como una opción de vida), enfatiza el significante y no el significado, búsqueda incesante que anhelaban los poetas surrealistas. La imagen labrada en esa exploración de la palabra envejecida en el inconsciente del ser humano. Locura desenvuelta en la creación de versos transgresores: "cadáverexquisito del cuerpo-prometeo subyacente del teatro / acostumbrado a deletrear aforismos / in-ciertos... in-ventados... in-conclusos..." escarnio humillante a la poesía disuelta en un oprobioso canon. Poemario disuelto a de-construir la palabra poética.

Con este poemario, Marco Manotoa irrumpe en la literatura ecuatoriana como el ganador del I Concurso Universitario Alfonso Chávez Jara, por aquella aventura, llaga que se puede colar en la condena, en el lenguaje con una sensibilidad que responde a la época postmodernista en la que vive: "es verdad que la alimentación en exceso / genera la condición adecuada a la náusea", y es así en donde nace el grito como salvación, el poema como ese espacio de diálogo con su otro, del cual requiere para poder vivir.


El juego metafórico de este poemario es sagaz, riguroso en el trabajo simbólico, abandona el empobrecimiento lírico de los románticos (hay que tomar en cuenta que el poeta no sobrepasa los 20 años de edad) para ingresar con paso indagatorio -¿cólera acaso?- que en esa búsqueda de la respuesta encontrarse claro como el agua: "devienes en mí, como lo hace / el río en el océano", nutrir a ese otro, diálogo necesario de su cultura.


El poeta ecuatoriano, Jorge Martillo, asevera que: "escribía para joderle a los otros" y me pregunto, ¿no es esto lo que hace Marco Manotoa cuando arroja: "...esta criatura poética que el autor viste / con sintagmas re-mendados y frases des-cosidas, / es 1conejito blanco de Cortázar / para su autodevoración"?. Sarcasmo, lenguaje que vaga entre lo irónico y lo intelectual, poseído de un concepto ambivalente. Recuerdo la palabra irónica de Alfonso Chávez, que en su poema Cayó en una trampa, daba un final contrario: "No sé si fue timidez o táctica / de los golosos Píndaros / que aún desafían / desde sus inocentes rubores". Marco Manotoa habita el desencanto de una intelectualidad arrogante, es por eso que niega y los re-construye.


Arremete contra el discurso cursilero del amor, sabe que la palabra amor conlleva conocimiento, por ende dolor, nostalgia, muerte; así se abandona en sus lecturas: "figura del ciego en la historia-humana / desde mefistófeles a borges / pasando por la gula de vistorhugo, el alcoholismo de poe, el / narcisismo de wilde, el trágico-romanticismo de montalvo. / el amor es la meta, la aurora de noches bohemias...". Reconoce que la escritura solo se la puede detener con la muerte.


Para Marco Manotoa la escritura poética es ese ejercicio de reescritura de lo ya escrito (vicio de Octavio Paz), trabaja lo no dicho en imágenes escondidas del poema: "mera finalidad de poetas-futuros re-inventar... re-encontrar... re-citar... los vocablos latentes re-mover... re-escribir, re... utilizar... páginas atléticas". Así es La Máquina del Grito, un desgarramiento existencial. Único en poetas sagaces, genuinos.

Por lo dicho y en el silencio de este texto expreso en un poema de Alfonso Chávez Jara: "Del profundo corazón de la noche... / nació la ráfaga / que iluminó / tu cuerpo / que no ha muerto". Podría decir que con La Máquina del Grito, renace una nueva poética en el Ecuador, lo sé y espero no equivocarme. También espero que el Concurso Universitario Alfonso Chávez Jara que promueve la FEUE, Nueva Universidad, conjuntamente con la Revista Ojos de Perro Azul, no decline y se institucionalice en la búsqueda de nuevas voces, ya hemos encontrado uno y me siento feliz.


¡Salud por este poemario!



Porke: "...somos sangre de todos / en todos nuestra sangre se alza / levantamiento sangriento de toda / amérika nuestra, nuestra amérika".






Kitu, abril del 2011