sábado, 5 de noviembre de 2016

DOMINGO DE RAMOS Y SU POÉTICA DEL DESGARRAMIENTO


El poeta Domingo de Ramos
Foto tomada de la página elcomercio.pe

En abril de este año, tuve la oportunidad de entrevistar al poeta peruano Domingo de Ramos, en su paso por el Ecuador, entre varias reflexiones que él hizo de su obra, algo me llamó la atención: “Siendo parte del grupo Kloaka, mi poesía es contracultural. Mi poesía tiene un manifiesto contra el sistema capitalista.”. Dos preguntas surgen: ¿Qué es Kloaka? Y ¿qué significa que un poema tenga un manifiesto contra el sistema capitalista?

Kloaka es un grupo contracultural que nace en el año 1982, luego que en Perú se iniciara la guerra con la fundación de Sendero Luminoso, y la muerte de Edith Lagos, guerrillera líder, que fenece en combate, y con ello, empieza la matanza en las cárceles. 

Otra coyuntura que ayudó al nacimiento del grupo Kloaka fue que la izquierda no participa de la guerra, esto supuso que Sendero Luminoso se apropiara del imaginario de la gente campesina. Esto trajo consigo desgarramiento en la sociedad peruana, y más, en los intelectuales de la época que miran que el espacio del indígena es una zona de destrucción y que su gente comienza a emigrar dejando desolación en el campo. A breves rasgos el contexto que nace Kloaka, como grupo contracultural.

Replanteando la segunda pregunta, un poema es un decir, en la misma entrevista, Domingo de Ramos hace una aseveración, que es por donde camina su obra poética “El arte sirve para cuestionar, para preguntar…”, siendo parte del grupo Kloaka que mantenía una ideología de lucha contra el sistema capitalista, De Ramos asume esta lucha contra el sistema capitalista por medio de la poesía.

Así nace el libro Pastor de Perros, con un discurso duro ante el poder, radicalizando el lenguaje coloquial, suya es la construcción de una subjetividad que nace en la marginalidad, Jorge Frisancho , contextualiza a De Ramos en la llamada “generación del 60”, característica de estos poetas es el conversacionalismo, más que la imagen, por tanto, la poesía de De Ramos asume una narrativa desde la otra marginalidad (Frisancho).

Ante todo lo dicho, creo que Pastor de Perros es un poemario que se insertaría en una poética del desgarramiento más que por lo marginal. Frisancho denomina a esta poesía como la otra marginalidad, porque es una poesía que intenta herir al lector, y se aleja de ese autor “marginal”, que se agobia e individualiza, el desgarramiento de Domingo de Ramos intenta asumir una poética combativa, de cuestionamiento.



Portada del libro Pastor de Perros.
Foto tomada de la página omnibus.com

“Toda mi poética tiene que ver con la narrativa. Mi complejo es narrativo, creo personajes, algo similar a Dante... Mis personajes pasan de un momento a otro, de un nivel económico y social a otro con absoluta normalidad. Así logro testimoniar un tiempo.” Acá una pista de lo que Domingo de Ramos dice de su obra. El libro inicia con un epígrafe de Walter Benjamín: “Sólo gracias a aquellos sin/ esperanza nos es dada la esperanza”, y ese personaje que se configura en el libro, aquel que no tiene esperanza, que intenta liberarse de la cloaca en que se ha sumergido. Ve en ese horizonte una luz y camina hacia ella:

El poema que da el título al libro inicia con estos versos:

“Y me sumergí en mis recuerdos…/ con aquel silencio quieto de la altura/ los temblores de la huida que sacudió mi pelo/… mis recuerdos se me revelan suavemente/ como una hoja remarcando mi distancia entre tú y yo vuelto y encrespado/ de este calor que me falta a los pies/ a esta tesitura desmesurada que aborda solitaria/ en mi cama pesadumbre de humo tiznado/ el papel no se grita ni chilla que se abre/ y se cierra ciclos de hierro festoneado/ mi puerta al pie de las aguas más oscuras”

La voz del personaje se torna melancólico. El recuerdo como ese pozo en la que está sumergido, abandonado en ese silencio eterno, pero que ve la luz, allá en la altura. Ahora, cuando se habla esperanza ¿a qué nos referimos? Aparece un personaje antagónico (tú) de la cual nuestro personaje cobra distancia, pero que, en su ausencia, los recuerdos se le revelan suavemente.

“Tú me vienes a desvelar el camino 
una historia que busca y busca 
una boca un vicio una mano 
la curvatura la dulce colina la faz umbría”

Este personaje antagónico, que creemos es mujer, de acuerdo a lo que nos generaba una pista Domingo de Ramos al comparar su obra con la Divina Comedia, Beatriz símbolo de libertad, y el poeta (la voz poética en Pastor de Perros) símbolo de la desolación. Por tanto, es el amor el camino que le lleva al personaje a ser libre, a liberarse de sus ataduras.

“cuando me miras ya no sé del odio 
ya no sé del cuerpo que esculpo como una rueda 
ya no sé de la muerte de tu muerte 
de estar loco y sucio 
diverso reconciliado atronado omiso omiso omiso 
para ti en esta incachable luz restaurándome 
en la pista carbuncosa de tus labios”

En el poema El viaje… primer encuentro, si bien, el personaje ya unido a su personaje antagónico (Al borde del cansancio casi jadeantes como mulos de entierro/ llegamos al mal frío), el poema se torna epopéico, podríamos llamar la epopeya de la marginalidad: “el Pastor de perros/ los moldea a la altura de la cabeza / Él es flecha y bandera blanca/ en medio de la hondonada/ Ha tomado vuelo y viene como un techo renegrido flotante”. Es otoño y consigo viene la lluvia, en esta época, los árboles pierden sus hojas y su verdor; las hojas se vuelven amarillas y se secan, así este Pastor y nuestro personaje abandonan el campo y bajan a la ciudad. ¿Qué es lo que encuentra nuestro personaje? Sino bohemia y zozobra: “hay algo bajo el efecto de la bebida que nos emparentan / zamboshijos chinochoclos noteconozco santos y beatas pintadas de coloretes”. Al inicio habíamos dicho que De Ramos se inserta en la búsqueda de la otra marginalidad, acá los versos subyacen al personaje en ese mundo onírico de crueldad y hermosas perras haraposas y violentas. Ya Domingo de Ramos intenta que el lector se someta a esa Lima posguerra (El Humo llama el poeta), una ciudad que niega a sus hijos, pero que se quema bajo la suave ala de la noche. Lima es la ciudad donde empiezan y terminan las desfiguraciones de la gente, atrás están los cerros olvidados por la urbe, al frente permanece la miseria.

Siguiendo la lectura que hace Jorge Frisancho, llegamos al poema A la hora del pay, nos dice que este poema nos: “podría servir como una suerte de manifiesto, una virtual arte ética de la marginalidad”. Primero, el lenguaje coloquial se hace presente en el personaje (pay significa bazuco). ¿Por qué se lo trata como un arte ética de la marginalidad? Aquellos que bajaron a la ciudad ya se asientan, viven y encuentran a una urbe desolada en la noche, ellos ya encontraron la droga, el alcohol, ya fueron víctimas de la soledad que genera una Lima posguerra: “purga nuestros cigarros alzándonos por encima de las casas bajo una luna frígida que arroja sus suaves fulgores/ sobre la pista que nos esqueleta…” Ya Domingo de Ramos, escribe desde sus influencias, el simbolismo francés y los poetas malditos: “las calles arrojadizas embrionan su desolado huevo el acto callejero”. Pastor de Perros es esa búsqueda de lo marginal y lo lleva al otro sendero, a esa poética del desgarramiento.

La segunda parte del libro Mientras yo agonizo, los poemas se reconstruyen desde la vanguardia; el surrealismo. Acá los fragmentos que componen la obra son aleatorios, azorosos. Lo que predomina es la imagen, claro, sin obviar ese entrañamiento en la voz poética, pero siempre en búsqueda de esa esperanza “heme aquí con esta coraza abierta al infinito”.

Pero será que el poeta quiere evadir su realidad cuando nos dice:

“es lo que heredo Un cráneo mi dulce cráneo 
un manojo de nombres un país vetusto una porción de carne 
este mapa donde me encuentro iluso y neutro con quebradiza 
mano de asir el pensamiento Se abate mi corazón sin memoria”

o capaz, quiere disimular un abandono para confrontar esta realidad con el testimonio de un poeta que ha vivido la crudeza de un sistema capitalista atroz y que, utilizando como herramienta al lenguaje, lucha. Así deja un legado a los poetas de las próximas generaciones un camino abierto para que tengan fe en el lenguaje no tengan miedo y construyan su nueva realidad. Termino con una frase del mismo Domingo de Ramos: “La revolución y la poesía salvaran al Perú”. Yo añado al mundo.



[1] Frisancho, Jorge: “La consagración de Domingo de Ramos” recuperado de
 https://redaccion.lamula.pe/2014/06/28/domingo-de-ramos/jorgefrisancho/

sábado, 15 de octubre de 2016

Hacia una poética de la desmemoria: Reflexión en torno al libro Códices de la traición


Portada del libro editado por Mar Abierto

¿Cómo enfrentarnos a la curiosa llave de la que tanto hablaba Borges? ¿Cómo espantar los miedos que conlleva aquella palabra olvido, eco reminiscente de lluvia muerta? Habitando esa ausencia, abrazando la presencia tardía y lejana. Transformarla en conocimiento. Habitar esa ausencia y enfrentarse al poder que todo lo convierte en olvido, en falacia. Por eso, el habitar esa ausencia hace que generemos una escritura del olvido, que ejerzamos la práctica de la memoria como la lucha ante el poder, que intenta dominar nuestros cuerpos, nuestras mentes, pero también quiere ejercer control sobre lo que leemos. Qué importante se hace, en estos duros momentos, habitar la ausencia, porque así daremos a nuestro discurso memoria, que conllevará a relato, a una escritura del olvido, a una poética de la desmemoria, porque de los retazos de historia, el quehacer literario generará un saber, que dará luz a esta lacerada identidad.

Pero ¿cómo formamos identidad, dentro de la crisis de memoria que sufrimos en la postmodernidad? Me atrevo a decir por medio de la (re)construcción de la memoria histórica-cultural, la que va más allá de recrear actores sociales e historias concretas, la que no interviene en los pasados science fiction o esas memorias que en su interior guardan referencias culturales mediatizadas. El kitch como parte de un imaginario colectivo mundial. Ante esto, la labor del escritor es preponderante en generar una (contra) escritura decisiva. Recuerdo versos del poema Descripción de la mentira, de Antonio Gamoneda: “¿Qué harías si tu memoria estuviera llena de olvido?/  Todas  las  cosas  son  transparentes: cesan  las  escrituras  y cae lluvia dentro de los ojos”… La labor del escritor es romper la agonía del vacío, donde se establecen las fauces del olvido, que ha llevado el exceso de memoria instrumentada, la que no permite al ser humano actuar, pensar, y re-crear cada episodio.

En este terreno reflexivo se inserta la novela Códices de la traición, del escritor Gino Martini Robles, novela, que en base a dos personajes antagónicos: Eloy Alfaro y Leonidas Plaza, intenta desmenuzar cada hecho del pasado y relatar, objetivamente, la desmemoria de un hecho trascendental en la construcción de esa memoria histórico-cultural.

La novela está integrada por tres partes indisolubles: Leitmotiv, Códice del General (La pluma del cóndor), y, Eloy Alfaro y Leonidas Plaza (Pasión y traición).

En la primera parte, el Leitmotiv, Gino Martini, intenta explicar las razones del porqué publicar Códices del General, utilizando la primera persona bucea su experiencia del desarraigo de la patria que lo vio crecer, y siente en la ausencia la destrucción de los ideales de libertad que aquejan a su pueblo. Intenta conciliar memoria y olvido:

“Habitualmente se insinúa que los poetas y escritores nacen de la desventura y de los tormentos espirituales. En los momentos en que escribo, mis tormentos son mucho más acerbos que los de cualquier otro.” (pág. 18)

 Junto a Patricio Lovato y Gino Martini, autor de la obra


Desmitificar a la historia como mera representación del pasado. Un error en que la historia se ha quedado sumergida, error que acarreamos los maestros de secundaria y seguimos llevando en los estudios universitarios, el “memorizar” hechos del pasado y trasladarlos a un papel, llámese prueba o trabajo escrito. El incurrir al hecho del pasado como mero hecho individual y no comprendiendo que la historia es una creación social; en palabras del sociólogo francés Maurice Halbwachs, “la historia es un lenguaje… una creación colectiva”. De este modo, labor del historiador es recordar y, al mismo tiempo, recrear un marco social. Gino Martini Robles lo entiende y escribe Códice del General (La pluma del cóndor) desde esa lógica. Para esto emplea estrategias narrativas preponderantes. Intercala la primera con la tercera persona para objetivizar la ficción literaria: Un narrador omnisciente, testigo de la travesía de nuestro personaje, a través del tiempo, su infancia y su recorrido por el tren (símbolo de libertad y esclavitud); pero también, el narrador autobiográfico que dialoga con el lector sobre los acontecimientos que generaron su paso por el mundo. Esto en códices que él deja como testimonio.

Ejemplos:

“En la habitación contigua, los detenidos encabezados por Eloy Alfaro, a través de una frágil pared de enquinche, escuchaban en silencio el juicio y la lectura de la sentencia: “Dieciséis años de prisión y la deshonra. Despojándolo de su grado militar”. La causa: “Alta Traición a la Patria”. Montero protestó, no se consideraba traidor. En los bajos del Palacio de la Gobernación, el populacho pretendía subir entonando: “¡Muerte! ¡Muerte! ¡Muerte al tigre de Bulubulu!”

También:

“– ¡Ah, los hermanos! Tiempos aquellos los de Montecristi, en los campos, en el cerro, el centinela, la escapada a la cascada de “la papayita” y el baño con la refrescante agua que cae desde lo alto del cerro. En la finca, la montaña. En la mar las ballenas con su inmensa joroba y las preciosas spondylus en la isla de La Plata-.”

Gino Martini no deja cabo suelto en su relato, vincula al personaje con la época en que vivió, pero sin dejar a un lado el género literario al que pertenece la novela. A decir de Lucien Goldman “existe una homología rigurosa entre la forma de la novela… y la relación cotidiana de los hombres con todos sus elementos” (Goldman en 14 novelas claves de la literatura ecuatoriana. Sacoto: 37)

El relato tiene una trama lineal. Inicia con una negación: “¡Ya no soy yo! Escribe el General Eloy Alfaro, presagiando que en la orilla de su vida ya no hay verdades para él…” así la narración va desatando hechos poco conocidos en la vida de Eloy Alfaro. Su niñez y juventud. Sus primeros pasos en la consciencia política. Sus primeras estrategias y sus primeros enemigos. Su vida en la cárcel. La llegada de García Moreno al poder. Su incesante lucha: el tren, símbolo de libertad y ensimismamiento en uno mismo. La vejez.

“Las vías del tren corren paralelas al torrente de un río y las pendientes se elevan, anunciando los prolegómenos andinos. En el exterior del vagón se divisa una cada vez más angosta depresión de escarpadas inclinaciones predominando cumbres de quiméricas siluetas. El General lo percibe con el continuo bamboleo del tren, que no le consiente prender un cigarro para combatir el frío. Los oídos han empezado a taponársele y va sintiéndose aislado de toda sensación. Solo cuenta con su memoria para reconstruir su pasada y azarosa vida.”

Códice del general, tiene un epílogo donde relata la muerte del General, pero también da una pequeña semblanza de los logros del Eloy Alfaro. La novela finaliza con la frase inicial, en voz del protagonista: “¡Ya no soy yo!... Soy el pueblo”.

La tercera parte, Eloy Alfaro y Leonidas Plaza (pasión y traición), tiene como escenario Quito, la ciudad capital, y a dos personajes; Eloy Alfaro, Presidente Constitucional del Ecuador, y su antagonista, Leonidas Plaza, que en los círculos capitalinos fue visto como un espía, pero también un ser humano alegre y vivaz, que conoce todo sobre Alfaro.

Interesante del relato, es como Gino Martini conflictúa a los dos personajes, dentro del territorio de la pasión y traición (simbolizados en el imaginario del poder). Eloy Alfaro cuidando el poder desde Quito; y Plaza, atacando desde Cuenca. Pero también, la primera Asamblea Constituyente, que da inicio a la doctrina liberal.

La narración de Martini tiene valores grandes, una de ellas es rescatar el dicho quiteño: “Reconoce Alfaro, en relación a la promesa de Plaza, a la cual sus amigos la llamaron El juramento del Panecillo. Aseverando que Placita quería mantener las manos en la masa”. Todo esto, en contextos importantes, como el negocio de Alfaro con Archer Harman, para la construcción del ferrocarril, el hilo conductor de esta narración. El ferrocarril como libertad y condena.

Dejo un terreno abierto para la lectura y la reflexión que desde este libro se haga. Y este Códices del general, como poética de la desmemoria, deja sentado un debate en los temas culturales y políticos, porque hay que entender que la memoria, como reflexión social, genera una batalla ideológica grande en momentos de olvido.


(Este texto fue leído en la presentación del libro, Códices del General, en la Feria del Libro PUCE, 2015) 

lunes, 10 de octubre de 2016

El retorno hacia adelante

Colección Los Torreones de Poesía 


Explica el poeta Ramón Cote Baraibar, en la contraportada del libro Como quien dice adiós a lo perdido, que encontró una frase que fue contundente para poder armar su juego de ajedrez “La fotografía vuelve mágica la realidad”, anécdota que remito desde las siguientes preguntas ¿qué hace que la fotografía sea vínculo entre memoria y palabra? ¿Cómo conforma una memoria y se visualiza en los hombres? En la fotografía, la historia es escena, la memoria cobra vida, es relatada por un ojo que obvia el olvido. La fotografía retrata y reproduce imágenes que producen significados; así el poema viene a ser el lugar en que la palabra es fotografía e imagen. Y ese ojo es el poeta “He apagado la luz de la lámpara/ para ver por la ventana oscura la ciudad”. Ese ojo, que percibe el mundo, pasa de la imagen real a la escritura. Del mundo cerrado al universo infinito, que es el poema. Y ese universo infinito es el que crea Ramón Cote.

El libro está constituido por cuatro “sublibros”. En cada una, las palabras conllevan una estética de la memoria, inducido por el nombre del título: “Como quien dice adiós a lo perdido”, verso del poeta cubano Eliseo Diego, que nos acerca a ese eterno retorno, o más bien, a ese “eterno retorno a lo perdido”, donde la memoria es ourovourus, la dialéctica del pasado andino.

La primera parte “La memoria y su tinta solitaria”. Aquí la memoria se traduce en poema “Con esta lluvia que cae y que golpea la ventana/ se despide octubre”, las imágenes habitan una casa del pasado, una casa revestido de lluvia negra. La voz poética busca sonidos en un jardín de la infancia. La poesía es encuentro con el eterno retorno, Ramón Cote sabe que es la poesía la sombra de la memoria (J.E. Pacheco) por eso indaga en un diálogo con la ausencia.

La noche pasa y soy el que se queda, el pasado es tiempo que transcurre, pero es el hombre quien permanece en la memoria; no piensa en el futuro, porque el ir hacia adelante es permanecer en el atrás. El hombre avanza, el recuerdo es cambio perpetuo. En el poema Pessoana, Cote escribe: “Observo desde mi ventana oscura la noche/ y soy los que se van y también los que vienen./ Soy ellos y soy yo y soy el presente”. Aquí el ojo poético atestigua el horrendo pasado que le acecha y escribe.

El poeta Ramón Cote Baraibar


En el poema Panteón Pagano, Cote insiste en la angustia en describir ese pasado. Inicia con un epígrafe del poeta Juan Luis Panero “El catálogo melancólico de la memoria”. El poema es un catálogo de memoria reproducido en imágenes llenas de nostalgia “En la noche y a la distancia/ la memoria y su tinta solitaria realizan el catálogo melancólico de sus ruinas doradas…”. Aquí, el poeta rehace un diálogo con el dolor, transforma a la memoria en el niño que no fue y está. Rememoro, nuevamente, a Pacheco “si pudiéramos detener el instante”, ese instante imbuido de una nada sagrada, una nada eterna.

La segunda parte “material de lectura” inicia con un epígrafe de Denise Levertov “Mientras lees/ el mar vuelve sus páginas oscuras”, ante esto destaco la escena memorable de la película El cartero y Pablo Neruda, en la cual, el personaje, Mario Ruoppolo increpa al poeta con una frase: “los poemas no son de quien los escribe sino de quien los necesita”. En esta parte, Cote asimila a los libros como ese constructo social en donde el ser humano rehace memoria y olvido: “Basta elegir una esquina cualquiera…/ para que viajes por el mundo y puedas repetir/ tu ritual nocturno en tu templo portátil/ acompañado por tus dioses domésticos. Así nunca/ te sentirás extraño en ninguna parte de la tierra”.

Colección Valparaíso de Poesía


La tercera parte Árbol en cuatro tiempos, el poeta se encamina por la prosa poética para reconciliarse con lo amargo del atrás. Acá la belleza visual es uno de los aciertos de Cote; no existe la ausencia, sino el atrás está aquí, presencia más que permanencia:

“…mi hija no sabe si esas bandadas de garzas son flechas disparadas desde una batalla remota o una extraviada promesa de ángel. Pero las señala, una a una, y las despide.” (El árbol del deseo)

Estas prosas poéticas vienen a lo que Dylan Thomas decía sobre su propia poesía: “fugas de sonido que expresan algún impulso lírico”. El sonido conlleva imagen. Debemos pasar, primero, por la música que otorgan las palabras para luego devenir en un entendimiento. La música conlleva sentido “un canto sacude cada rama”; Ramón Cote parte desde esa oscuridad individual que le produce enfrentarse al atrás para poder extraer luz, su poesía tiene la dicotomía oscuridad/luz, la voz poética se libera de ese enclaustramiento:

“Abrió los ojos el árbol, el árbol apartado que nunca esperó ningún reconocimiento y en lugar de tímidas flores en sus ramas vio garzas culminantes…” (El sueño del árbol)

La cuarta parte Apropiaciones indebidas, el poeta se convierte en narrador. El poema se nutre de composición, ya no se labra la imagen, sino el sendero es la composición, la lógica de la historia. Inicia con un epígrafe de Nuno Júdice “el poema me dice lo que nunca sabré”, recuerdo en una entrevista que este poeta portugués contestaba ante una serie de preguntas sobre su obra y decía: “La poesía sólo encuentra su plenitud cuando la oímos y cuando sentimos”[1], poesía que se ha denominado “de la emoción”.

Inicia con uno de los poemas mejor logrados del libro “Mis muertes”, donde el yo poético va labrando el camino del ser humano ante las vicisitudes de la vida. Pero más allá de esta interpretación lo que el poema busca es dejar constancia su paso por el tiempo, las innumerables muertes que el ser humano deja en su paso por la vida “A lo largo de la vida/ uno va acumulando muertes/ y se empieza a pensar sin quererlo”.

A diferencia de los otros “sublibros”, las líneas que forman el poema sólo describen lugares por donde “alguien” habitó y dejó constancia.

Así, Ramón Cote Barabiar nos quiere dar un indicio de que existe un poema cada cotidianidad; de que el pasado es presente, y no retornamos hacia atrás, sino retornamos hacia adelante, hacia nuestra niñez anciana.






[1] http://documents.tips/documents/nuno-judice-la-voz-de-la-poesia.html. Entrevista realizada por Silvia Georgina Estrada.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

LA POESÍA HABITA EL IMPERIO DE LAS PALABRAS

Fotografía tomada del archivo personal del autor
El imperio de la poesía está compuesto de palabras, imágenes que son claros en el camino de la soledad, porque el amor no debe reducirse a un sentimiento, más bien a un diálogo del yo con su otro; a veces su igual, por momentos, el desconocido, porque el imperio del amor es una casa que no nos abre sus puertas, es una casa donde las palabras son destinos, para ingresar debemos usar máscaras y ser noche.

Una casa donde habitar la poesía, la reflexión filosófica. Filosofía no entendida como el amor a la sabiduría, al contrario, comprender la sabiduría del amor. Saber que en ese imperio el conocimiento está en el otro, aquel objeto amado, aquel que es inasible. En este discurso, la poesía de Fernando Farías Sacón semeja artificios profanos en la que el poeta transita una época, retorna el cuerpo a re-pensarse, más allá de la postmodernidad. Retorna al imaginario de la “ninfa”. Un poeta del mar que encuentra en Lesbia el verso:

“…Azul y agigantado como el mar,
un canto donde dancen las ondinas y nereidas de las aguas;
un canto distinto, melodioso a la medida de tu corazón
donde puedas escuchar mis palabras
clara y firme como el verso.”

Está claro que la poesía de Farías Sacón tiene la escuela modernista, muy cercano a las Prosas Profanas, de Rubén Darío donde las palabras dialogan en un universo cósmico. Ya lo diría el gran Darío “cada palabra tiene una melodía ideal”, y allá va el poema que da título a este compendio de poemas: “mis versos son perlas en las alas de las aves;/entre eco y el viento.”

En el poema Sideral, Farías Sacón engendra lo sobrio de Mallarmé, los poemas sociales se hacen elusivos, nos dice: “Ah, la poesía,/ como fruto de la tierra”. El poeta es un sujeto histórico que entiende la época en que vive. Reflexiona el universo en que vive.

Fernando Farías Sacón es un “poeta orgánico”, dota de memoria histórica a una época fraguada en un capitalismo servil. Algo que he encontrado en la poesía de Farías Sacón es ese inmiscuirse en qué puede decirnos el poema, más allá de lo conocido. ¿Hay algo que habita el lenguaje?: un espacio sideral de tus palabras.

¿Acá el objetivo de la poesía? Denominar la belleza, no tocarla; preguntarla, no responderla.

lunes, 1 de agosto de 2016

Un poema que fluye como el agua y retorna arena.


El trabajo poético, pensado desde lo cotidiano, llega a ser ese proceso de (re)lectura del yo, en donde el sujeto es ironía dentro del hábitat del mundo. Ironía que conlleva crítica, por tanto, (re)escritura. El poeta tiene la figura del camaleón al entenderse como lenguaje y lejos de ser un observador cuestiona y se cuestiona. Entabla un entramado complejo de diálogo de sensibilidades; por eso, asistir al nuevo libro de Santiago Vizcaíno es asistir a un escenario donde los otros solo son un espejo desfigurado.


Foto tomada de Diario La Hora.


La voz poética reviste de otra piel. Piel que sangra palabras en un mundo caótico que destierra al hacedor de versos. Vizcaíno, cercano a la República de Platón, entiende el destierro del poeta porque sus palabras son muñones. Cada verso es una enfermedad: “no te leerán jamás en Austria ni en Finlandia ni en korea del norte/ poeta mediocre de la línea ecuatorial”. Esta voz poética sabe que las ideas son abstractas e invisibles, por tanto el uso de la palabra dialéctica transformará a ese monstruo en humano: “Se escribe porque se está en la oscuridad./ Lo que no quiere decir que la escritura sea luz./ Al contrario, es grito.”.

No hay emoción en este libro, hay un discurso del cuestionamiento. Vizcaíno comprende que escribir una poética de la emoción es decorar a la palabra, su trabajo dista de esa idea y emprende una poética hacia una nada, en donde no hay luz, solo escombros y habita y dice: “El vientre de mi madre era el logos de la nostalgia”. El Santiagoenfermo del hoy se reencuentra con el Santiagoenfermo del ayer: “lo que era antes se ha ido y volverá con esos resortijones para habitar la memoria zombi…”. Habitat del camaleón esboza la tensión entre el hoy y el ayer. La oposición circular que no termina en un mañana. Es hoy y es nada. Como escribió Verdaguer, el poeta catalán, Lo que un siglo construye otro lo derriba, Vizcaíno recuerda y olvida; así construye al otro que retornará y a través del lenguaje habitará lo que alguna vez fue.

Hay que aclarar que Vizcaíno no construye una voz poética desde lo maldito. Al contrario, en el poema, las palabras cobran vida, dan significado a una vida que está próxima a decaer y renace en el canto del hijo

“ahora que tu rostro en construcción es la perfecta silueta…
Tu padre es una flama…/ en mitad del día”.

Así es el mundo del poema, un hábitat del camaleón, la voz poética se canta así mismo para luego cantar al otro, que es su hijo, el cual cantará al otro, su abuelo. La poesía de Vizcaíno es un constante fluir de las aguas, un constante retorno. Un visaje.

Es versátil la palabra en Vizcaíno. Esta versatilidad genera que la expresión de la imagen genere variada significación. Por un lado, reniega de sí mismo, entiende que la ciudad como centro de catarsis, es un laberinto en donde el ser ingresa a una cárcel. Ahí habita la soledad, la (des)anda y no puede huir.

“Dime, tú, borracho, ¿por qué no has llorado para vaciar
el ensueño?”
te acuestas en una cama vacía,
como el trago que alguien escupe y no bebe.”

Pero también, el poema es el  lugar donde el poeta rehace la llaga. Asume la derrota, no esconde su sollozo y escribe sonriendo toda la falsedad que le rodea.

Vizcaíno, en esa deconstrucción de su hábitat, ordena su mundo. Renace en cada palabra y en cada imagen se (des)ordena. Entiende el poema infinito de Borges. A él asiste. En él se (des)hace.





miércoles, 20 de julio de 2016

Reafirmar al sujeto hispanoamericano, una labor pendiente.


Libro publicado por Eskeletra editorial: Sirhiom 

El poema empuña su fusil

José Martí, en su ensayo Nuestra América[1], escribía “Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales”, este pensamiento manifestaba en torno al malestar que los pueblos hispanoamericanos sentían ante las infamias del poder, recreadas desde la idea de colonialidad. El discurso que desde occidente comenzó a escribir nuestra historia, es por eso que el pensador y combatiente cubano establecía una nueva forma de relacionarnos culturalmente, recuperando la conciencia de nuestra voz. Una voz, por tanto una literatura, hispanoamericana que haga frente ante las matrices culturales venidas de la colonialidad.

El reafirmar al sujeto hispanoamericano por medio de la literatura radica la importancia del pensamiento de José Martí. Advertir que la cultura impuesta de occidente puede desplazar nuestra identidad, por tanto, el escritor hispanoamericano debe reconocer y retornar a valorar nuestro pasado. Este retornar a lo propio es lo que llama el hombre natural.

Es tal como lo piensa el poeta Leopoldo Tobar Salazar, en un libro de poesía titulado “Cuando el amor empuñe sus fusiles: poesía protesta-poesía de amor-poesía rebelde”. Poesía ausente de toda falacia metafórica. Palabras que comunican la angustia de un pueblo, pero que encuentra en el amor la salvación. Fiel a su ideología política donde las palabras sangran ante el grito de un ser que llora junto a su pueblo las injusticias dadas por el colonizador enquistado en el poder. ¿Será por su autenticidad que Leopoldo Tobar Salazar ha sido abducido por los “poetas impostores del lenguaje”? Es por eso que veo necesario retornar la mirada al atrás y reconocer a este hombre natural y rehacer un ejercicio de análisis para enriquecer las letras de este desollado país.

El poeta Leopoldo Tobar Salazar

El poema pintando de rojo los caminos.

El poemario empieza construido desde el sujeto fragmentado, desde el sin voz: “Sembrando trigo/ llegarás a panadero/ Golpeando los montes/ nacerá la aurora de los pueblos”. Esta poética donde la voz se enlaza con el subalterno revaloriza el pensamiento andino, tal como lo pensaba el viejo Marx ante la obra de arte que alcance al enemigo; no refutando más bien, destruyendo”

“Si pudiera matar a Dios
Con estos versos,
Lo haría por la pobre gente,
Por los apenados, los descalzos,
Los desvalidos…/ por los que a veces no sabemos
De qué mierda sirve haber nacido”

La primera parte del libro denominado “Te amo con el fuego de cien hornos” converge dos temas: la revolución y el amor. La revolución reivindicando la lucha proletaria y el amor simbolizado en la imagen de la mujer.

El año 1959 para América Latina se vuelve importante en el campo artístico, la utopía de la libertad se torna certeza. Los intelectuales de la época se dan cuenta que se puede llegar a conquistar el poder. Dejar atrás el oscuro romanticismo y crear palabras con conciencia se vuelve preponderante en América Latina. Escritores del Boom Latinoamericano es un claro ejemplo de este cambio en las letras. En el caso del Ecuador, los poetas Tzántzicos que vieron en la revolución cubana el inicio para un nuevo paradigma revolucionario, repensar la América Nuestra, la patria histórica, retornar a la cotidianidad de los excluidos, darle voz al indígena, luchar junto al más débil. Así aparece la literatura combativa, revolucionaria. Si bien, Leopoldo Tobar Salazar no fue un poeta Tzántzico, si es un poeta combativo: “Ahora, en esta hora de muerte sin amén/ No quiero versos sino balas”. Poemas terroristas lo llama el poeta, porque las palabras tienen memoria. Pero también la palabra construye y destruye. El poema terrorista es como un cuchillo de luz en la conciencia del proletario:


“Es cierto que canto a la vida
con poemas terroristas
porque cuando vine
no vi flores
sino pan ametrallado,
pliegos de huelguistas,
soldados a caballos”

La segunda parte del libro, llamado “A flor de escopetazos”, Leopoldo Tobar Salazar entiende la desazón que vive el pueblo ante la inminente crueldad con la que la modernidad se va apoderando de nuestra identidad por tanto utiliza a la figura retórica con un propósito para poder explicar la realidad; ya lo decía Fernando Pessoa: “La ironía es el primer indicio de que la conciencia se ha tornado consciente”. El poeta entiende que el lenguaje es creación y la salvación está en crear. La palabra como liberación:

“Good morning Patria de mi alma
ya mismito cantamos el himno nacional
en gringo”

El poeta entiende que la llegada de la modernidad genere contradicción en el modo de vida, por tanto el lenguaje irónico intentará representar irónicamente la realidad. La ironía como un cuestionamiento al poder:

“Alambran la tierra
y nos enseñan
a respetar los gritos del patrón.
Alambran el pupitre
y nos culpan
porque las tizas no saben escribir”

La tercera parte de este libro se titula “Con las manos juntas”, poemas con un canto vallejiano en el Trilce y los Heraldos Negros. El símbolo de la madre como eje de la creación poética. La madre como criadora de los hijos, como trabajadora de la tierra. La madre es el canto del indio, aquí emerge el llanto del yaraví.

“Oremos por la copa amarga de mi trago;
oremos, madre, por mis miércoles
que se pudren temprano:
oremos, porque mi alma
amanece boca arriba”

Es evidente la añoranza casi religiosa del poeta a la imagen de la madre: imagen del ambiente familiar, ella lleva los alimentos, cuida del hijo enfermo, la fuerza que emerge de estos versos tiene una función emotiva del lenguaje, la tristeza del canto; la vida y la muerte y el eterno retorno hacia el vínculo familiar “A tu círculo de nueve meses eternos”.

La cuarta parte del libro llamado “Agua dulce” los versos se vuelven cotidianos, acá la belleza está contada desde la gente,  sea la muerte de un niño, el nacimiento de un nuevo día, la comida, etc. Elementos en que el poeta se desangra. Entiende que la palabra es poder y desenmascara las trampas del estado.

“Pido que no vengan a consolarme
Con una patada cariñosa
En la mejilla;
Pido que el sol no sea una mazamorra negra
Cuando uno se está preso.
Pido que el azúcar de los tristes
Se asome en los umbrales;
Pido
La gran mierda que los barrancos
Se llenen de jazmines”

En Cuando el amor empuñe sus fusiles, Leopoldo Tobar Salazar traslada la escritura a las escenas cotidianas. No es una poesía solemne. Es una poesía para desgarrarse, pero también es una poesía de la ausencia. En estos versos se reafirma al sujeto hispanoamericano, sabe que la revolución no es “para todos”, sino, como lo decía Martí, la revolución corta la yerba, nace feroz desde la miseria y crea conocimientos. La revolución no se cuenta por años, ser revolucionario es tomar conciencia de por vida. Y la poesía es un acto revolucionario. Se nace y se muere por ella.





[1] Martí, José: Antología: “Nuestra América”. Salvat editores, 1972. España.

miércoles, 13 de julio de 2016

Reflexión en torno a Rebeliones al filo de una sinfonía.



Pensar en el ser humano moderno me hace regresar la mirada al proceso que en que se ha internado la sociedad con la tecnología, es interesante mirar la dinámica dialógica que las redes sociales mantienen con la sociedad. A cada segundo los seres tecno-poéticos suben, comentan o comparten imágenes en la red, así pensar en ese ser humano “moderno” me (re)crea la noción de cuerpo, sino como imitación o instrumento de un metalenguaje en procesos de una manifestación multidimensional: una vida de ficción, dejando a un lado el verdadero pensar poético. Vale reflexionar la pregunta que Roman Jacokbson se hiciera ¿qué hace que un mensaje sea poesía? Esta pregunta se hace clave ante los cambios que se generan en el pensar del ser humano sobre los nuevos aparecimientos de arquetipos y la reconfiguración de la escritura relacionando lo físico y lo virtual.

Lo cierto es que la tecnología se ha combinado con el lenguaje para dar cierto movimiento: fotografías, videos que han inaugurado nuevas narrativas, formas no lineales para generar nuevas lecturas en nuevos espacios, pero también rupturas que dan nuevos sentidos al acto poético. Esta idea de postmodernidad que comparte la idea de experimentar con el lenguaje, o como nominaría Nicanor Parra, los artefactos poéticos, rehace una poesía de la imagen y de la metáfora.

Libro que obtuvo el Premio de Poesía Jorge Carrera Andrade


Así, la vanguardia ha buscado en los fonemas la rebelión de la poesía ante la técnica. Mediante la música crear imágenes para encontrar al ser humano abandonado en el pasado, y es importante hilar mediante imágenes los puntos de ese atrás para acaecer en eterno retorno. Así se rebela el nuevo libro de Freddy Ayala Plazarte, Rebeliones al filo de una sinfonía, publicado en Argentina.

El libro se divide en cinco cuadernos. Inicia el sonido para llegar a la música: “al amanecer/ acudía a olvidar/ su osamenta en la estera de paja./ Silencio”. El silencio que no tiene fin sino que hila los fragmentos en la melodía y en su constante devenir hacia el pasado, a la reconstrucción de un cuerpo y dejar signos en la piel.

La escritura que retoma Freddy Ayala Plazarte es una escritura del símbolo. El zapato, aquel que utiliza el abuelo en el campo y que retorna en el del hijo en la ciudad genera una imposibilidad en la poesía, el cuerpo ingresa en un proceso de formación donde el ser humano no puede ser signado sin la técnica ni la escritura. E aquí el meollo de la poética: el éxodo de la infancia intentando abrir lo candados de arena.

La vejez del sonido, en Ayala Plazarte, inicia desde la recuperación de los manuscritos infantes para terminar en los relatos orales, en la ausencia de la vejez. El poema como imagen del páramo (lenguaje), como el hogar donde el poeta se transforma en fragmento. Hay que recordar que varios filósofos iniciaron esta reflexión, en Nietzsche el lenguaje sería una prisión de la cual los seres humanos no pueden escapar; o, en el decir de Heidegger, la morada de su ser. Los seres humanos habitan en el lenguaje, Ayala Plazarte, el páramo.

Recuerdo leer en una reflexión del poeta chileno Héctor Hernández sobre la frase: “El fin de la civilización es el fin del lenguaje” Ayala Plazarte entiende que los modos de comunicar poesía trasciende la búsqueda del ser humano de indagar su lenguaje, dentro de una época donde las artes escénicas nos han invadido y han convertido al lenguaje en una experimentación, por eso el poeta entiende al poema como un Kipu: signo y subjetividad explorando lo más profundo de la soledad. El recuerdo como la angustia de libertad.

Rebeliones al filo de una sinfonía es un poemario rebelde ante esas nuevas formas tecno-poéticas de presentar la realidad. Ayala nos devuelve una esperanza en la lucha de retornar a ese atrás. Une los puntos y vuelve los ojos hacia la línea del pasado.

Este libro entiende que la palabra y la música tienen una relación intrínseca; la primera está ligada a la luz; la segunda se manifiesta en el abismo de la noche, allá en el fragmento del tiempo: “el habla pudo dibujar lo acústico de las ideas”. Ayala entiende que el atrás lleva música en su expresión. El habla, el zapato abandonado, la abuela y su trenza esperando recibir el abrazo de la tierra, la imagen tiene el canto incomprensible. En la voz de los andes, en la voz del indio, del pasado enfrentándose a la modernidad que estanca al ser humano. En la poesía de Ayala hay historia. Una poesía dialéctica.


Lleno de sentidos Rebeliones al filo de una sinfonía nos da la posibilidad de dialogar, de construir, de crear, nos entrega un mundo heterogéneo en que se desarrolla la creación poética y le da un sentido a la vida.