viernes, 18 de abril de 2014

El silencio en la poesía de Vicente Robalino





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Vicente Robalino (Ibarra, 1960) se destaca como catedrático en diversas universidades del Ecuador. Sus estudios avalan este hecho, Doctor en Literatura por la Universidad Católica de Quito, y una Maestría en Literatura Iberoamericana en la Universidad Nacional Autónoma de México. Además, cursó los talleres literarios de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, coordinados por Miguel Donoso Pareja, en Quito, en los años 80, junto a varios escritores como Huilo Ruales, Diego Velasco Andrade, Alfredo Pérez, a esta generación de escritores se les denomina: La Generación de los talleristas.

La obra poética de Robalino encarna un largo viaje a la memoria, suyos son los silencios que conforman ese letargo a este presente, silencios que relaciona lo “inexistente” con lo que necesita ser expresado mediante el buen uso del lenguaje:

“De Donoso Pareja aprendí a reconocer la escritura como un oficio que exige una entrega total; a perderle el respeto a la solemnidad del lenguaje”

Aunque no toda su obra nos presenta los temas del desarraigo del pasado, la nostalgia, el amor, las heridas que se cierran al paso del deseo. No, su primer trabajo poético: “Póngase de una vez en desacuerdo” batalla en esa constante búsqueda de la ironía, propio de la generación con la que cohabitó. 




2

Si bien en este poemario, Robalino en la búsqueda de esa voz se enfrenta con la ironía y el antipoema (como lo habíamos dicho en el anterior párrafo), ciertos acontecimientos políticos sucedidos en los años 70 configuraron una realidad falaz, la sociedad ecuatoriana recrea una sociedad en opulencia, el crecimiento de la burguesía que en los años 80 representó pobreza extrema y las diversas luchas sociales germinó que se realice una política del discrimen. De ahí que la literatura en Ecuador y Latinoamérica no se cegó ante esta realidad, temas políticos y sociales abordan la primera poética de Vicente Robalino. Traigo a colación la última estrofa del poema Los portales se defendían solos:

“…Todos lisos para ser disparados por el invierno
Combatiente de posguerra involucrado en el agua
Las leyendas clandestinas se escurrían
Estremeciendo los ofrecimientos de las tiendas
Los portales se defendían solos
Fue en Noviembre de 1922”

La fecha nos hace retroceder en el tiempo, la masacre ejercida por el presidente Tamayo hacia los trabajadores guayaquileños; fecha de la cual muchos grupos sociales se abanderaron en las luchas sociales en los años 70-80.

Pero también los temas negros abordan su ópera prima. En su poema Mas decidido que de costumbre anota en forma de discurso narrativo:

“Durante mucho tiempo una larga cifra de pesquisas
Indagó
De casa en casa de cantina en cantina de
Cabaret en cabaret
Cansados con pesado aburrimiento de tanta
Correría
Lo declararon muerto y para probar tal hecho
Mostraron a la prensa la soga culpable con
Patéticas huellas”

Cabe recordar que Quito, en su marginalidad, ha sufrido el aparecimiento de varios asesinos en serie. En el poema si bien narra poéticamente la historia de un crimen, el deseo está inmerso en su discurso. Sabemos que en el deseo el “otro” es el resultado de la creación humana, por tanto este deseo tendrá un solo objetivo:

“…sin duda el más grave fue haberse enamorado
Acaloradamente
De una tendera…”

Entendiendo a Bataille, “el erotismo de los cuerpos va ligada a la idea de comerse al otro… lo que nos conduce irremediablemente al erotismo sagrado” esto incluye el asesinato.

“… en ese momento se le entró el mismo demonio
y en un dos por tres despachó a los dos
No conforme con eso coció la carne y empezó a
devorarla”

Son estas las razones que la primera producción de Vicente Robalino dificilmente no tratara estos temas de marginalidad y política, pero cabe anotar que la incorporación de esta realidad, a diferencia de muchos de sus contemporáneos lo hizo al servicio de la poesía, por tanto, el valor de Robalino en “Póngase de una vez en desacuerdo” hizo que el poema se construyera en el sistema histórico-social, se apropió de un tema recurrente en la novela, así le dio autonomía al poema.


3.

El silencio en Robalino se instaura en los procesos de la poesía hispanoamericana esta, asociada a la tradición poética japonesa. Un referente es Jorge Carrera Andrade y sus microgramas, en este tipo de poesía se trata de establecer la imagen poética en pocas palabras, reducir el mundo/entorno social a la mínima expresión. El simbolismo como eje constructor de espacios en blanco; cesuras al modo de la poesía clásica española.

Pero no debemos olvidar lo que representó para el silencio en la poesía latinoamericana poetas como Octavio Paz y Alejandra Pizarnik, próximos a la poética de Vicente Robalino. Las imágenes son recurrentes en lo vacío, en lo abstracto del color blanco, de la ausencia, que es el color de lo espiritual. En el caso del libro “La invención del cielo” de Robalino, publicado en el 2008 la metáfora en el poema camina entre el verso breve (color blanco: ausencias) con los temas de la levedad, el misticismo, el silencio, en tono romántico hacia un ser solemne:
  
DUDA

Qué color tendrá tu soledad mañana
Te esperará ensimismada en la butaca
Como un gato empolvado de costumbre.

En este poema, Robalino mediante las imágenes literarias medita entre el enunciado metafórico creando un carácter icónico, visual. El despojamiento de los signos de puntuación establece el diálogo con un ser, con una nada que habita al otro lado, en el silencio.

En la introducción, Vicente Robalino asevera: “…un poema va más allá de lo dicho para convertirse en un eterno querer decir”. Si bien, en un poema no se puede contener toda la vastedad de la experiencia humana, en las palabras si se puede generar varias significaciones, y siempre, en cada lectura se generará un eterno querer decir.

Robalino dice: “Fuera de la escritura no hay más que vacío o una realidad que, por sí misma, es pobre” entendiendo que la búsqueda del verso en el poeta devela un transitar de éste en el mundo.

En el poema Hacia una extraña sombra que da inicio al poemario dice:

“El patio huye como animal herido.
Vuelan los días hacia una extraña sombra”

Desde luego en este poema, el eros se sitúa en la ausencia del devenir, pero también se une una imagen religiosa. Además, los recuerdos, el pasado son asimilados mediante el dolor de la memoria, un silencio que comienza a retorcerse en la imagen del poeta, es aquí que esa búsqueda del poema al ser humano le pone en la tensión de descubrir su mundo.

En Vicente Robalino, la metáfora de la memoria aparece como un ojo cercenado: “Me veo en ti Dios/ para que consumas mi fin y tu desgracia”.

Está claro que, si bien La invención del cielo, de Vicente Robalino, se adscribe a la poética del silencio también se debe insistir en que esta poética tiene varias posibilidades de lectura: lo amoroso, lo irónico, lo cotidiano, el olvido, por nombrar algunas. Porque la propuesta de mi lectura no es en rigor el silencio, sino que en este silencio pululan lugares, objetos, y cuerpos.