miércoles, 20 de julio de 2016

Reafirmar al sujeto hispanoamericano, una labor pendiente.


Libro publicado por Eskeletra editorial: Sirhiom 

El poema empuña su fusil

José Martí, en su ensayo Nuestra América[1], escribía “Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales”, este pensamiento manifestaba en torno al malestar que los pueblos hispanoamericanos sentían ante las infamias del poder, recreadas desde la idea de colonialidad. El discurso que desde occidente comenzó a escribir nuestra historia, es por eso que el pensador y combatiente cubano establecía una nueva forma de relacionarnos culturalmente, recuperando la conciencia de nuestra voz. Una voz, por tanto una literatura, hispanoamericana que haga frente ante las matrices culturales venidas de la colonialidad.

El reafirmar al sujeto hispanoamericano por medio de la literatura radica la importancia del pensamiento de José Martí. Advertir que la cultura impuesta de occidente puede desplazar nuestra identidad, por tanto, el escritor hispanoamericano debe reconocer y retornar a valorar nuestro pasado. Este retornar a lo propio es lo que llama el hombre natural.

Es tal como lo piensa el poeta Leopoldo Tobar Salazar, en un libro de poesía titulado “Cuando el amor empuñe sus fusiles: poesía protesta-poesía de amor-poesía rebelde”. Poesía ausente de toda falacia metafórica. Palabras que comunican la angustia de un pueblo, pero que encuentra en el amor la salvación. Fiel a su ideología política donde las palabras sangran ante el grito de un ser que llora junto a su pueblo las injusticias dadas por el colonizador enquistado en el poder. ¿Será por su autenticidad que Leopoldo Tobar Salazar ha sido abducido por los “poetas impostores del lenguaje”? Es por eso que veo necesario retornar la mirada al atrás y reconocer a este hombre natural y rehacer un ejercicio de análisis para enriquecer las letras de este desollado país.

El poeta Leopoldo Tobar Salazar

El poema pintando de rojo los caminos.

El poemario empieza construido desde el sujeto fragmentado, desde el sin voz: “Sembrando trigo/ llegarás a panadero/ Golpeando los montes/ nacerá la aurora de los pueblos”. Esta poética donde la voz se enlaza con el subalterno revaloriza el pensamiento andino, tal como lo pensaba el viejo Marx ante la obra de arte que alcance al enemigo; no refutando más bien, destruyendo”

“Si pudiera matar a Dios
Con estos versos,
Lo haría por la pobre gente,
Por los apenados, los descalzos,
Los desvalidos…/ por los que a veces no sabemos
De qué mierda sirve haber nacido”

La primera parte del libro denominado “Te amo con el fuego de cien hornos” converge dos temas: la revolución y el amor. La revolución reivindicando la lucha proletaria y el amor simbolizado en la imagen de la mujer.

El año 1959 para América Latina se vuelve importante en el campo artístico, la utopía de la libertad se torna certeza. Los intelectuales de la época se dan cuenta que se puede llegar a conquistar el poder. Dejar atrás el oscuro romanticismo y crear palabras con conciencia se vuelve preponderante en América Latina. Escritores del Boom Latinoamericano es un claro ejemplo de este cambio en las letras. En el caso del Ecuador, los poetas Tzántzicos que vieron en la revolución cubana el inicio para un nuevo paradigma revolucionario, repensar la América Nuestra, la patria histórica, retornar a la cotidianidad de los excluidos, darle voz al indígena, luchar junto al más débil. Así aparece la literatura combativa, revolucionaria. Si bien, Leopoldo Tobar Salazar no fue un poeta Tzántzico, si es un poeta combativo: “Ahora, en esta hora de muerte sin amén/ No quiero versos sino balas”. Poemas terroristas lo llama el poeta, porque las palabras tienen memoria. Pero también la palabra construye y destruye. El poema terrorista es como un cuchillo de luz en la conciencia del proletario:


“Es cierto que canto a la vida
con poemas terroristas
porque cuando vine
no vi flores
sino pan ametrallado,
pliegos de huelguistas,
soldados a caballos”

La segunda parte del libro, llamado “A flor de escopetazos”, Leopoldo Tobar Salazar entiende la desazón que vive el pueblo ante la inminente crueldad con la que la modernidad se va apoderando de nuestra identidad por tanto utiliza a la figura retórica con un propósito para poder explicar la realidad; ya lo decía Fernando Pessoa: “La ironía es el primer indicio de que la conciencia se ha tornado consciente”. El poeta entiende que el lenguaje es creación y la salvación está en crear. La palabra como liberación:

“Good morning Patria de mi alma
ya mismito cantamos el himno nacional
en gringo”

El poeta entiende que la llegada de la modernidad genere contradicción en el modo de vida, por tanto el lenguaje irónico intentará representar irónicamente la realidad. La ironía como un cuestionamiento al poder:

“Alambran la tierra
y nos enseñan
a respetar los gritos del patrón.
Alambran el pupitre
y nos culpan
porque las tizas no saben escribir”

La tercera parte de este libro se titula “Con las manos juntas”, poemas con un canto vallejiano en el Trilce y los Heraldos Negros. El símbolo de la madre como eje de la creación poética. La madre como criadora de los hijos, como trabajadora de la tierra. La madre es el canto del indio, aquí emerge el llanto del yaraví.

“Oremos por la copa amarga de mi trago;
oremos, madre, por mis miércoles
que se pudren temprano:
oremos, porque mi alma
amanece boca arriba”

Es evidente la añoranza casi religiosa del poeta a la imagen de la madre: imagen del ambiente familiar, ella lleva los alimentos, cuida del hijo enfermo, la fuerza que emerge de estos versos tiene una función emotiva del lenguaje, la tristeza del canto; la vida y la muerte y el eterno retorno hacia el vínculo familiar “A tu círculo de nueve meses eternos”.

La cuarta parte del libro llamado “Agua dulce” los versos se vuelven cotidianos, acá la belleza está contada desde la gente,  sea la muerte de un niño, el nacimiento de un nuevo día, la comida, etc. Elementos en que el poeta se desangra. Entiende que la palabra es poder y desenmascara las trampas del estado.

“Pido que no vengan a consolarme
Con una patada cariñosa
En la mejilla;
Pido que el sol no sea una mazamorra negra
Cuando uno se está preso.
Pido que el azúcar de los tristes
Se asome en los umbrales;
Pido
La gran mierda que los barrancos
Se llenen de jazmines”

En Cuando el amor empuñe sus fusiles, Leopoldo Tobar Salazar traslada la escritura a las escenas cotidianas. No es una poesía solemne. Es una poesía para desgarrarse, pero también es una poesía de la ausencia. En estos versos se reafirma al sujeto hispanoamericano, sabe que la revolución no es “para todos”, sino, como lo decía Martí, la revolución corta la yerba, nace feroz desde la miseria y crea conocimientos. La revolución no se cuenta por años, ser revolucionario es tomar conciencia de por vida. Y la poesía es un acto revolucionario. Se nace y se muere por ella.





[1] Martí, José: Antología: “Nuestra América”. Salvat editores, 1972. España.

miércoles, 13 de julio de 2016

Reflexión en torno a Rebeliones al filo de una sinfonía.



Pensar en el ser humano moderno me hace regresar la mirada al proceso que en que se ha internado la sociedad con la tecnología, es interesante mirar la dinámica dialógica que las redes sociales mantienen con la sociedad. A cada segundo los seres tecno-poéticos suben, comentan o comparten imágenes en la red, así pensar en ese ser humano “moderno” me (re)crea la noción de cuerpo, sino como imitación o instrumento de un metalenguaje en procesos de una manifestación multidimensional: una vida de ficción, dejando a un lado el verdadero pensar poético. Vale reflexionar la pregunta que Roman Jacokbson se hiciera ¿qué hace que un mensaje sea poesía? Esta pregunta se hace clave ante los cambios que se generan en el pensar del ser humano sobre los nuevos aparecimientos de arquetipos y la reconfiguración de la escritura relacionando lo físico y lo virtual.

Lo cierto es que la tecnología se ha combinado con el lenguaje para dar cierto movimiento: fotografías, videos que han inaugurado nuevas narrativas, formas no lineales para generar nuevas lecturas en nuevos espacios, pero también rupturas que dan nuevos sentidos al acto poético. Esta idea de postmodernidad que comparte la idea de experimentar con el lenguaje, o como nominaría Nicanor Parra, los artefactos poéticos, rehace una poesía de la imagen y de la metáfora.

Libro que obtuvo el Premio de Poesía Jorge Carrera Andrade


Así, la vanguardia ha buscado en los fonemas la rebelión de la poesía ante la técnica. Mediante la música crear imágenes para encontrar al ser humano abandonado en el pasado, y es importante hilar mediante imágenes los puntos de ese atrás para acaecer en eterno retorno. Así se rebela el nuevo libro de Freddy Ayala Plazarte, Rebeliones al filo de una sinfonía, publicado en Argentina.

El libro se divide en cinco cuadernos. Inicia el sonido para llegar a la música: “al amanecer/ acudía a olvidar/ su osamenta en la estera de paja./ Silencio”. El silencio que no tiene fin sino que hila los fragmentos en la melodía y en su constante devenir hacia el pasado, a la reconstrucción de un cuerpo y dejar signos en la piel.

La escritura que retoma Freddy Ayala Plazarte es una escritura del símbolo. El zapato, aquel que utiliza el abuelo en el campo y que retorna en el del hijo en la ciudad genera una imposibilidad en la poesía, el cuerpo ingresa en un proceso de formación donde el ser humano no puede ser signado sin la técnica ni la escritura. E aquí el meollo de la poética: el éxodo de la infancia intentando abrir lo candados de arena.

La vejez del sonido, en Ayala Plazarte, inicia desde la recuperación de los manuscritos infantes para terminar en los relatos orales, en la ausencia de la vejez. El poema como imagen del páramo (lenguaje), como el hogar donde el poeta se transforma en fragmento. Hay que recordar que varios filósofos iniciaron esta reflexión, en Nietzsche el lenguaje sería una prisión de la cual los seres humanos no pueden escapar; o, en el decir de Heidegger, la morada de su ser. Los seres humanos habitan en el lenguaje, Ayala Plazarte, el páramo.

Recuerdo leer en una reflexión del poeta chileno Héctor Hernández sobre la frase: “El fin de la civilización es el fin del lenguaje” Ayala Plazarte entiende que los modos de comunicar poesía trasciende la búsqueda del ser humano de indagar su lenguaje, dentro de una época donde las artes escénicas nos han invadido y han convertido al lenguaje en una experimentación, por eso el poeta entiende al poema como un Kipu: signo y subjetividad explorando lo más profundo de la soledad. El recuerdo como la angustia de libertad.

Rebeliones al filo de una sinfonía es un poemario rebelde ante esas nuevas formas tecno-poéticas de presentar la realidad. Ayala nos devuelve una esperanza en la lucha de retornar a ese atrás. Une los puntos y vuelve los ojos hacia la línea del pasado.

Este libro entiende que la palabra y la música tienen una relación intrínseca; la primera está ligada a la luz; la segunda se manifiesta en el abismo de la noche, allá en el fragmento del tiempo: “el habla pudo dibujar lo acústico de las ideas”. Ayala entiende que el atrás lleva música en su expresión. El habla, el zapato abandonado, la abuela y su trenza esperando recibir el abrazo de la tierra, la imagen tiene el canto incomprensible. En la voz de los andes, en la voz del indio, del pasado enfrentándose a la modernidad que estanca al ser humano. En la poesía de Ayala hay historia. Una poesía dialéctica.


Lleno de sentidos Rebeliones al filo de una sinfonía nos da la posibilidad de dialogar, de construir, de crear, nos entrega un mundo heterogéneo en que se desarrolla la creación poética y le da un sentido a la vida.