Libro publicado por Eskeletra editorial: Sirhiom
El
poema empuña su fusil
José Martí, en su ensayo Nuestra
América[1],
escribía “Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales”, este
pensamiento manifestaba en torno al malestar que los pueblos hispanoamericanos
sentían ante las infamias del poder, recreadas desde la idea de colonialidad.
El discurso que desde occidente comenzó a escribir nuestra historia, es por eso
que el pensador y combatiente cubano establecía una nueva forma de
relacionarnos culturalmente, recuperando la conciencia de nuestra voz. Una voz,
por tanto una literatura, hispanoamericana que haga frente ante las matrices
culturales venidas de la colonialidad.
El reafirmar al sujeto
hispanoamericano por medio de la literatura radica la importancia del
pensamiento de José Martí. Advertir que la cultura impuesta de occidente puede desplazar
nuestra identidad, por tanto, el escritor hispanoamericano debe reconocer y
retornar a valorar nuestro pasado. Este retornar a lo propio es lo que llama el
hombre natural.
Es tal como lo piensa el poeta
Leopoldo Tobar Salazar, en un libro de poesía titulado “Cuando el amor empuñe
sus fusiles: poesía protesta-poesía de amor-poesía rebelde”. Poesía ausente de
toda falacia metafórica. Palabras que comunican la angustia de un pueblo, pero
que encuentra en el amor la salvación. Fiel a su ideología política donde las
palabras sangran ante el grito de un ser que llora junto a su pueblo las
injusticias dadas por el colonizador enquistado en el poder. ¿Será por su
autenticidad que Leopoldo Tobar Salazar ha sido abducido por los “poetas
impostores del lenguaje”? Es por eso que veo necesario retornar la mirada al
atrás y reconocer a este hombre natural y rehacer un ejercicio de análisis para
enriquecer las letras de este desollado país.
El poeta Leopoldo Tobar Salazar
El
poema pintando de rojo los caminos.
El poemario empieza construido desde
el sujeto fragmentado, desde el sin voz: “Sembrando trigo/ llegarás a panadero/
Golpeando los montes/ nacerá la aurora de los pueblos”. Esta poética donde la
voz se enlaza con el subalterno revaloriza el pensamiento andino, tal como lo
pensaba el viejo Marx ante la obra de arte que alcance al enemigo; no refutando
más bien, destruyendo”
“Si pudiera matar
a Dios
Con estos versos,
Lo haría por la
pobre gente,
Por los apenados,
los descalzos,
Los desvalidos…/
por los que a veces no sabemos
De qué mierda
sirve haber nacido”
La primera parte del libro denominado
“Te amo con el fuego de cien hornos” converge dos temas: la revolución y el
amor. La revolución reivindicando la lucha proletaria y el amor simbolizado en
la imagen de la mujer.
El año 1959 para América Latina se
vuelve importante en el campo artístico, la utopía de la libertad se torna
certeza. Los intelectuales de la época se dan cuenta que se puede llegar a
conquistar el poder. Dejar atrás el oscuro romanticismo y crear palabras con
conciencia se vuelve preponderante en América Latina. Escritores del Boom
Latinoamericano es un claro ejemplo de este cambio en las letras. En el caso
del Ecuador, los poetas Tzántzicos que vieron en la revolución cubana el inicio
para un nuevo paradigma revolucionario, repensar la América Nuestra, la patria
histórica, retornar a la cotidianidad de los excluidos, darle voz al indígena,
luchar junto al más débil. Así aparece la literatura combativa, revolucionaria.
Si bien, Leopoldo Tobar Salazar no fue un poeta Tzántzico, si es un poeta
combativo: “Ahora, en esta hora de muerte sin amén/ No quiero versos sino
balas”. Poemas terroristas lo llama el poeta, porque las palabras tienen
memoria. Pero también la palabra construye y destruye. El poema terrorista es
como un cuchillo de luz en la conciencia del proletario:
“Es cierto que canto a la vida
con poemas terroristas
porque cuando vine
no vi flores
sino pan ametrallado,
pliegos de huelguistas,
soldados a caballos”
La segunda parte del libro, llamado “A
flor de escopetazos”, Leopoldo Tobar Salazar entiende la desazón que vive el
pueblo ante la inminente crueldad con la que la modernidad se va apoderando de
nuestra identidad por tanto utiliza a la figura retórica con un propósito para
poder explicar la realidad; ya lo decía Fernando Pessoa: “La ironía es el
primer indicio de que la conciencia se ha tornado consciente”. El poeta
entiende que el lenguaje es creación y la salvación está en crear. La palabra
como liberación:
“Good morning Patria de mi alma
ya mismito cantamos el himno nacional
en gringo”
El poeta entiende que la llegada de
la modernidad genere contradicción en el modo de vida, por tanto el lenguaje
irónico intentará representar
irónicamente la realidad. La ironía como un cuestionamiento al poder:
“Alambran la tierra
y nos enseñan
a respetar los gritos del patrón.
Alambran el pupitre
y nos culpan
porque las tizas no saben escribir”
La tercera parte de este libro se
titula “Con las manos juntas”, poemas con un canto vallejiano en el Trilce y
los Heraldos Negros. El símbolo de la madre como eje de la creación poética. La
madre como criadora de los hijos, como trabajadora de la tierra. La madre es el
canto del indio, aquí emerge el llanto del yaraví.
“Oremos por la copa amarga de mi
trago;
oremos, madre, por mis miércoles
que se pudren temprano:
oremos, porque mi alma
amanece boca arriba”
Es evidente la añoranza casi
religiosa del poeta a la imagen de la madre: imagen del ambiente familiar, ella
lleva los alimentos, cuida del hijo enfermo, la fuerza que emerge de estos
versos tiene una función emotiva del lenguaje, la tristeza del canto; la vida y
la muerte y el eterno retorno hacia el
vínculo familiar “A tu círculo de nueve meses eternos”.
La cuarta parte del libro
llamado “Agua dulce” los versos se vuelven cotidianos, acá la belleza está
contada desde la gente, sea la muerte de
un niño, el nacimiento de un nuevo día, la comida, etc. Elementos en que el
poeta se desangra. Entiende que la palabra es poder y desenmascara las trampas
del estado.
“Pido que no vengan a
consolarme
Con una patada cariñosa
En la mejilla;
Pido que el sol no sea una
mazamorra negra
Cuando uno se está preso.
Pido que el azúcar de los
tristes
Se asome en los umbrales;
Pido
La gran mierda que los
barrancos
Se llenen de jazmines”
En Cuando el amor empuñe
sus fusiles, Leopoldo Tobar Salazar traslada la escritura a las escenas
cotidianas. No es una poesía solemne. Es una poesía para desgarrarse, pero
también es una poesía de la ausencia. En estos versos se reafirma al sujeto
hispanoamericano, sabe que la revolución no es “para todos”, sino, como lo
decía Martí, la revolución corta la yerba, nace feroz desde la miseria y crea
conocimientos. La revolución no se cuenta por años, ser revolucionario es tomar
conciencia de por vida. Y la poesía es un acto revolucionario. Se nace y se
muere por ella.