lunes, 13 de enero de 2014

La única escapatoria que tenemos es la muerte.

Diálogo con la joven poeta hondureña, Karen Valladares


De la tradición poética hondureña puedo decir que desconozco, aunque algunos nombres me suenan relevantes, como no recordar a Roberto Sosa (1930-2011), y su potente poema utópico “Los pobres”; así mismo, Gustavo Campos, José González, Murvin Andino o Jorge Martínez Mejía. A esta serie de nombres de poetas hondureños, adscribo a Karen Valladares (1984), poeta joven, miembro del movimiento literario: Poetas del Grado Cero, me sorprendió la fuerza poética de su primer libro Ciudad Inversa, un canto a la permanencia del sujeto en una ciudad, que es su extraño, pero también la permanencia, la memoria; la crueldad de habitar un cuerpo vacío, un cuerpo desecho en las aguas de la poesía.

La poesía de la hondureña Karen Valladares parte de una cicatriz, empieza como una especie de entraña para terminar en una soledad, que va más allá de su propio cuarto, llega a una ciudad cargada de silencio, en el poema inicial la poeta escribe: “La tarde viene llegando,/ sombría,/ opaca,/ media muerta./ Mi casa no tiene jardines,/ ni sol, ni sombra en los patios./ Ni voces en los pasillos. / Me hiere profundamente la soledad de las persianas/ y todo el silencio me ahoga” (Viene llegando la tarde). En este poemario, el dolor y la palabra se hacen un solo cuerpo. Una poesía de éxodo.

Quizá la poesía de Valladares sea un diálogo con lo monstruoso de su ciudad, a diario podemos sentir una Honduras invadida por la violencia; ella sagaz, convierte lo cotidiano en belleza, el horror en poema; así el poema Luna rota.

“En la calle La luna rota es una mujer desnuda.
el tráfico vehicular,
los faroles,
la palabra,
la sombra;
todo se dibuja en el charco,
y la mujer pasa sola en la  noche.”

Aquí el deseo de Valladares es erigir una Honduras poética, el desencanto de las noches ausentes. El poema es desasosiego, días que jamás serán florecimiento. Ciudad Inversa es un poemario que dice mucho, dará de qué hablar en el contexto de la poesía Centroamericana. En las siguientes líneas se mostrará un diálogo cercano que tuvimos con Karen Valladares, en esta contendrán elementos claves para entender Ciudad Inversa.

CS ¿Cuéntame Karen, cómo fue tu encuentro con la poesía? ¿Desde cuándo comienzas a escribir?


KV La poesía llegó a mi vida de un golpe, no puedo decir con exactitud cuándo apareció aunque desde muy pequeña escribía cuentos.

CS ¿Cómo es el aparecimiento de Karen Valladares en los poetas del Grado Cero?


KV Es cómico, mi ex pareja (Jorge Martínez Mejía) fue uno de los fundadores del movimiento junto a Nelson Ordóñez, Gustavo Campos, y Darío Calix; soy la única mujer en el grupo, pero Jorge defendió mi estadía en el grupo. Comenzaron a leer mi trabajo y terminaron aceptándome. Tiempo después renunció Gustavo Campos por una carta masiva, vía e-mail, entonces el grupo quedó muy reducido. 

Desde entonces, fuimos nosotros (Los Poetas del Grado Cero) los que hicimos de la “poesía” casi una negación a la típica poesía, a lo tradicional, a los complejos literarios; negábamos la belleza, lo hermoso, lo exacto, todo lo pulcro. Era una postura de rebeldía, y fue ahí donde nació  el primer manifiesto de los Poetas del Grado Cero. Este se llama muerte a la belleza.

CS ¿Qué me podrías decir de las pequeñas crueldades que te brinda la poesía?


KV Hacerme recordar todo, vomitar todo lo que vale la pena, ver la vida de todos los lados posibles, con la poesía aprendí a tener sentimientos que no conocía. La poesía hace cruel a una persona, menos solidario y amoroso, podría ser. La poesía te da todo tipo de crueldades.

CS Directo a tu obra, podría decir que produce Desasosiego la lectura de tu poemario Ciudad Inversa, ¿cómo Karen Valladares concibe una poética del espacio vista desde la negación de la ciudad?


KV La sensación de algo sucio, de un entorno nauseabundo sin esperanza al encierro, hay una intención de un mundo oscuro en el que vivimos, aquí se alude a una ciudad al revés, una visión poética donde las cosas funcionan de modo contrario; lo único que queda es nuestro propio grito. Es una poética donde no hay fruto.

CS Explícame, ¿qué vacío existencial se produce en tu vida para que tengas la necesidad de escapar de tu propio cuerpo?


KV El tema del vacío existencial no se trata en que no haya un sentido, sino el sentido es inverso; no hay forma, no hay salida, no hay escapatoria. El huir de mi misma, reconozco, es mi única manera de escapar, inclusive de la palabra misma. Aquí va el preámbulo de una maldita poesía donde no hay interlocutor. Entonces aquí no cabe ser poeta sino alguien normal.

CS En el poema Visita a la tierra baldía escribes este verso “me niego a la poesía…/ a mí misma, por supuesto” ¿te abandonas en la escritura?


KV La poesía aquí no significa nada, aquí la poesía viene a caer en un lugar común. Aquí las palabras comienzan a ser gastadas, a carecer de significado, aunque no quiera decir que hay que negarlas, más bien es de darle el sentido escatológico de las mismas, hablar de la muerte, de la vida, del sexo, del deseo; tal y como se siente uno cuando vive esas emociones, sin ponerle ni quitarle. En este poema, la idea de la vida real del poeta, aquí se observa la línea de los Poetas del Grado Cero, la poesía no sirve para nada, a quizá signifique algo.

CS ¿Por qué en la tercera parte de tu libro, Ciudad Inversa, existe una visión de abandono sobre el poema como asunto cotidiano?


KV Al contrario, es un encuentro con lo cotidiano, con la palabra misma. Aquí mi intención es convertirme en un ser común. Intento abandonar la idea de que soy una poeta, quiero volver al origen mismo de la palabra.

CS ¿Ha muerto la poesía?


KV Aquí si ha muerto: para todo, la única escapatoria que tenemos es la muerte.

Datos de la poeta:

Karen Valladares: Tegucigalpa, Honduras, 1984. Escritora, poeta, estudiante del último año de leyes. Gestora cultural, miembro fundador del movimiento literario Poetas del Grado Cero. Ex miembro del grupo Máscara Suelta, Ex miembro de la asociación de escritoras de Honduras, ANDEH. Editora de la revista de literatura Metáfora.

POEMAS DEL LIBRO CIUDAD INVERSA:




Viene llegando la tarde

A: Rosemary, Nidia, Alma Lagos.

La tarde viene llegando,
sombría,
opaca,
media muerta.
Mi casa no tiene jardines,
ni sol, ni sombra en los patios.
Ni voces en los pasillos.
Me hiere profundamente la soledad de las persianas
y todo el silencio me ahoga.
Aquí soy yo, allá, en otro sitio, me convierto.
No sé en qué, pero lo hago.
Aquí no vienen las palabras todos los días
o solamente los domingos.
Aquí no hay poesía en ningún sitio.
Nadie olvida la distancia y sus colores bipolares.
Aquí nada vale. Todo ha muerto.
El silencio ha vuelto a posesionarse de mi boca.

He amanecido sin querer a nadie.
Voy yendo despacio a cualquier parte donde mi voz reconozca tu nombre. Hay un charco de silencio afuera de la casa .
¿Y qué digo entonces? ¿Qué pienso entonces?
La tarde no refleja nada.
Viene llegando la tarde: oscura, solitaria.
Viene rugiendo, como si en verdad fuese un monstruo.




MIS OJOS

Mis ojos no son ya aquellas calles solitarias y muertas,
la piedra que golpea la tibia mirada que no observa.
No son los trenes que avanzan cargados de gente,
sin nombre,    
sin cuerpo,
 sin sombra,
sin sueño y sin amorío.
Mis ojos ya no cruzan la soledad,
aquella flor vacía que cae lento en cualquier agujero.
Ya no son lunas y cielos deshojados.
Ya no son
lágrimas, ni dolor.
Ni agua que se pudre en otras aguas.



Sigo viva

Intenté suicidarme.
Sigo viva por todas mis desgracias,
anotando los restos de mis días en una libreta polvosa.
La vida para mí sólo era un juego de niños,
un ir y venir sin propósito.

He saboreado la nada, aprendí a contemplarme,
 a desvanecerme, a sentir pudrirse la soledad.
 A verme inútil todas las veces que quise,
 a no tener fe en nada,
a odiar los aguaceros
y el bullicio del sol.
Odié por completo el griterío de los niños en los recreos,
 la pulcritud de los hospitales, los parques
 y las calles completamente habitadas.
Consumí la locura en todos mis tiempos,
 absorbí lo que no le quedaba.
Ahora mi nombre quizá sea locura.
Intenté suicidarme.
La muerte lanzó los dados y no tuve suerte.
Sigo viva,
viva,
viva.


CIUDAD INVERSA.
“…Nadie sueña al mundo”…
Jorge Luis Borges

La ciudad
es una lámpara
un abanico.

A veces
es un pájaro,
espejo de la muerte,
polvo de nuestro propio cuerpo.

Un niño que nos usa como barrilete,
un perro que nos lame las sombras.

Hombres y mujeres
que avanzan en cualquier sentido.
A veces simplemente no avanzan.

Es larga,
sin movimiento
sin respiración.

La ciudad es nada más
restos de basura
que vuelan en un cielo negro
o azul

o amarillo.
Esta ciudad,
es como un mal verso
“es una silenciosa batalla en el ocaso,

un latido de guitarra, o una vieja espada”.
La ciudad
es un río
cargado de piedras
donde la piedra azota al río.
Esta ciudad,
esta precisa ciudad
es el mundo
que nadie sueña.



La entrevista fue vía redes sociales: facebook.