jueves, 26 de julio de 2012

A cambio de monedas o palabras

poemario de Franklin Ordóñez Luna


El problema principal con la sexualidad es que no la logramos entender. En la actualidad, tratamos de aceptarlo entendiendo que la heterosexualidad no es el único paradigma en el Ser Humano. La homosexualidad ha generado un interés en dialogar con el otro. En desear al otro. Es el otro que instaura instantes percibidos, y así invoco los versos de Franklin Ordóñez Luna: “Eres pan y vino,/ el madero donde crucifico mi sangre”, unificar la idea judeocristiana, o el posible ritual del cuerpo de Cristo para engendrar diálogo con un ausente, lleno de pasión.

Y es común caminar entre las calles y ver a personas mostrando sus diferencias: rockeros, punkeros, hippies, hombres con corbata, mujeres con faldas, pero alguien se ha preguntado sobre sus pasiones hacia la carne, la voz lírica de Ordóñez ingresa en estos recovecos: “Se esconde tras la puerta./ Como reptil, acecha. Clava sus colmillos en mi vientre”, en estos versos se exploran tensiones, lo abyecto de un sistema donde se rige lo “heteronormativo”. Y también es común subirse a un bus, atestado de gente, donde los cuerpos se rozan; los labios son uno, y nadie comenta sus debilidades sexuales. También es común mirarse a los ojos, desear en nuestro inconsciente. 

“El hombre va tras el adolescente,
lo agarra entre las olas. Le desgarra el traje de baño;
con fuerza lo penetra.
El chico siente como el sol se hunde en sus aguas…
qué importa la muerte y sus juegos,
quizá la gracia de la vida está en sus travesuras violentas”

En este poema existe la posibilidad de una ruptura al esquema normativo de la sexualidad, un juego de ruptura sujeta en medio de la norma. En el otro, una radical oposición a la identidad. Octavio Paz, en su maravillosa El arco y la lira notaba algo singular: “El poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre”; y eso lo entiende Franklin Ordóñez, en su A cambio de monedas o palabras, la literatura como lugar donde dialogan y coexisten las posibilidades de amar del ser humano. Estos versos ingresan a la Literatura Queer, porque trata de perpetuar un nuevo corpus donde se trata de comprender las pluralidades de la sociedad, entendiendo que el cuerpo es noción de deseo.

Además de lo anotado, el poemario es búsqueda, transtextualidad; aparecen como aguas invocándose a sí solos, James Dean, Genet, Mishima, Pessoa, David Ledesma, Sade ayudando al yo lírico en la posesión de la belleza: “Que en tu daga no escampe la sangre,/ que mi piel sea tambor de tus melodías, Yukio Mishima”.
Incesante la palabra sangre es tratado en el poema como dolor, pero también como liberación: “yo prefiero las cadenas de tus labios,/ tus manos como garras, tu esperma por mi sangre”. 

Un poemario bello, diferente. Versos cortos que detallan finura. Caracoles de Jorge Carrera Andrade, vinculados al cuerpo y a la felicidad: “Con tu semen y tu sangre escribe en mi rostro la filosofía de Sade: Mientras yo sea feliz, lo demás no importa”.

Leamos este libro, y no lo cerremos, que en la fiesta de la poesía no intervienen cretinos. Gratificante lectura


2 comentarios:

  1. Buen texto amigo, sobre todo la notable propuesta de roper las taras mentales y acercarnos a lo humano desde la palabra, y digo a lo humano para no apuntar desde ese resquicio del género.

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