Cada vez que leo la poesía de Roy Sigüenza (Portovelo, 1958) acude a mi cabeza las noches donde el amor acudió a cicatrizar mis heridas. Así, el libro "Catrocientos cuerpos" es una llamado furtivo a eros desnudarse en la noche: Iré qué importa / caballo sea la /noche, nos dice en el poema, Piratería.
Frases cortas. Pequeñas palabras, pero que en su contenido abundan las ideas, al contrario de lo que se está escribiendo en la actualidad con los noveles poetas "canónicos", frases largas sin ningún sentido sensitivo e imaginativo, una muestra es el poema Conocimiento: La sangre tatuaba en tu espalda / un signo incomprensible que bebí. La brevedad de estas líneas quedan atrapadas en la mente del lector como un deseo utópico.
Leer a Roy Sigüenza no es fácil, se necesita alta dosis de sensibilidad, poder soñar e incluso, dar paso a la imaginación. Sus poemas quedan adheridos al corazón. Sus versos no pueden estar pasivos, ellos mismo revolotean, cambian de forma.
Así, dejo a ustedes unos poemas de este libro:
AGOSTO
el viento se esparce por las ramas de los árboles
el rostro de mi amado por la hierba
LA VISITA DEL ÁNGEL
tu cuerpo nada pide
una presencia en el aire
la mano que abre o cierra las puertas
talvez en los trechos de la noche
el jardín de la estadía
II
La vida, como la muerte, mancha;
pero no es lo único que hace:
a menudo me olvida en el bar
donde te espero y nunca llegas
III
Me acuesto y me levanto con la cabeza llena de ti.
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