lunes, 24 de enero de 2011

LA VOZ DE EROS EN EFRAÍN JARA IDROVO


Efraín Jara Idrovo es una de las voces representativas de la poesía ecuatoriana. Su trabajo poético va desde la estructura, tanto en lo lingüístico, así como en metáforas bien desarrolladas. Uno de los libros que destaca: Sollozo por Pedro Jara, es por el trabajo exhaustivo en las líneas, donde la voz se intercambia entre la dodecadofonía y las imágenes fuertes, al aludir un tema complicado, el suicidio de su hijo. Pero Efraín Jara Idrovo, además se inserta en el erotismo, con un libro que terminé de leer: Los rostros de eros:

Dividido en tres partes. El poemario inicia: Gracias por darme, Amor, tu airosa / flecha para el momento del ocaso... sonetos que van dando forma al cuerpo de Eros, y su docotomía: la muerte. El eros perpetuo en las pasiones humanas, dice el poeta: ¡Si hay que morir, que sea enamorado!

Así, el poemario comienza una reflexión sobre la situación del ser amado, las complicaciones que surge en la turbulencia de este estado: Para el amor no existen las edades, / sólo dos soledades que se anhelan / y, en su vértigo, al tiempo desvanecen...

Uno de las constantes de Efraín Jara, es la desolación que transita por su alma, al abandonar la cuidad, su Cuenca, por encerrarse en la meditación de una isla, para él lejana: Me ha invadido la barba y estoy triste. / Por mí, mar volcanes, en Galápagos, / saben que en el amor no existe olvido...

Dice Efraín Jara Idrovo, en una entrevista con Edwin Madrid, con honestidad: "Fui (a Galápagos) porque llegué a un punto que mi propensión al alcohol se manifestó como peligrosa, por ello tomé la resolución desesperada de irme a Galápagos. En una isla de de veintiséis habitantes". Está claro que una de las obsesiones de Efraín Jara es vivir bien, alejado de las preocupaciones mundanas. Pero, el poeta revive y dice, como queriendo salir de esa jaula: Desde el exilio en ti, vivo mi ausencia...

POEMAS

DESNUDEZ MAS PRIMOR SUMAN PUREZA

Lo mismo que la antorcha, estás desnuda:
perfección de la llama es tu belleza.
Desnudez, perfección, abastractas, hablan
no a los sentidos, a la inteligencia.

Desnudez más primor suman belleza:
auroral inocencia de las formas,
serenidad de las constelaciones,
glacial incandescencia del diamante...

En la alfombra, sentada, estás desnuda;
pliegas las piernas contra el pecho: entregas
al ojo tu esplendor, sin ofrendarte.

Ausente, me sonríes, como en sueños.
Desnuda eres irreal, de tan perfecta,
¡no veo el cuerpo, miro tu hermosura!

TRÍPTICO

III

Y de este ardiente amor, rabioso y triste,
como el ojo del tigre que agoniza,
¿qué quedará? ¿Qué logrará salvarse
del desapego y de la desmemoria?

Amor no niega al tiempo: los amantes
truecan en apariecia su transcurso;
arrobados, lo abrevian o dilatan.
¡Sus instantes demoran lo que siglos!

Fingen la eternidad, pero los días
ni a los amantes ni al amor perdonan:
sueños del polvo, han de rendirse al polvo.

De ti, de mí, ni quedará el gusano.
Mas este amor, que no confió en palabras,
airoso, en canto ha de sobrevivirnos...


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