viernes, 9 de julio de 2010

LECTURA CON LOS DEDOS: EN EL BRAILE DE TU PIEL

Yo no puedo leer lo que él escribe.
Lo que él escribe no se lee con los ojos.
Se lee con los dedos

Eduardo Galeano
Días y noches de amor y guerra




Misterioso se muestra el poemario de Darío Ramos (Quito, 1968), En el braille de tu piel; desde su presentación, su pasta tersa juega con lineamientos sensuales. Unos senos que se disipan en la noche, una boca que incita a besarlo, a sentirlo, ese efecto produce, en primera instancia este poemario: un encanto que fascina al lector que por su tesitura enamora, induce a apropiarnos de sus palabras que emergen como rayos de luz.

Los años de la revolución lo vieron crecer, examinar y transmutarse en las calles del barrio de Chimbacalle. La vida de Darío, como muchos de los creadores en la tierra, estuvo aturdida por la cháchara de sus amigos, es que desde pequeño sus ojos vislumbraban la irreverencia poética dentro de su ser.

Su etapa juvenil vivió problemas que no amilanaron la creación estética y la reivindicación de las luchas populares; es cuando cursaba el colegio donde tuvo que someterse a una cirugía en la columna vertebral, la mitad de su cuerpo quedó inmovilizado, por seis meses se asiló a una cama, pero la fuerza que emerge del poeta lo hizo reencontrarse con la vida.

Conocedor que el arte no se lleva con el status quo que propone la educación –manejada por la politiquería deshonesta- buscó caminos decentes en los libros: el modernismo, la Generación del 30 y la poesía de Baudelaire pasaron por sus manos, sin olvidar los años de la revolución cubana.
Muchos poetas han realizado su obra en la noche, este ser ausculto en el cielo por donde miles de sensaciones pasan en su delante, Darío Ramos también se sumió silenciosamente en sus manos, una Retinosis Pigmentosa ataca a su visión. Es por eso que el poemario En el braille de tu piel se hace especial.

La vivencia revolucionaria y lírica se ven reflejadas en sus versos. Desde los primeros pasajes, la voz poética nos hace partícipes del tránsito que el poeta tuvo que vivir. Así lo dice el poema que abre el libro ASÍ ES LA VIDA: mis ojos se escondieron/tras los ventanales del sol, /llevándose consigo/los colores del tiempo, tono crudo y reflexivo, pero con una sensibilidad que conmueve.

Darío Ramos se compara con Borges (escritor argentino) quien también vivió la ceguedad de muy cerca, nos dice el poeta: En cierto modo, con Borges compartimos lo que se podría llamar un tramo de la sombra, y es que hace varias lunas y un día ésta se hospedó en mis ojos. Este tramo de la sombra ayudó a descubrir lo esencial que el poeta tenía, poder ver con el tacto.

En la historia de la literatura universal, los griegos ya trataron este tema y veían a los ciegos como iluminados, tomemos un ejemplo. En Edipo Rey (escrito por Sófocles en el año 430 a.c) Tiresias, ciego y eficaz adivino en la antigüedad, es condenado a la ceguera por Atenea, esto le hace descubrir algo esencial, el don de la adivinación. Así también Borges quien descubrió la luz en su ceguera, ahí, en este exilio escribió el poema de los dones y que dice: De Dios que con magnífica ironía/ Me dio a la vez los libros y la noche. No olvidemos a Demócrito, Homero (autor de la Ilíada y la Odisea) y a Milton quien, en su estado de ciego, escribió el poema El paraíso perdido, en el Soneto XIX dice: desperté, ella huyó, y el día me devolvió mi noche .

Además de lo dicho, el mérito poético que imprime el libro nos da en la tonalidad, son versos sencillos pero cargados de una dolorosa implicación en la vida, sin dejar a un lado el erotismo. El poeta va reconstruyendo a su musa con los dedos Déjame esculpirte con mis dedos, /cristalizando tus formas en mi iris roto, esto genera una atmósfera interesante, que a la vez enamora.

El poeta se ensaña con su inspiración y va más allá, percibe a la realidad más allá que el resto de los mortales, es deliberado en sus versos, los cuales caen como gotas cristalinas sobre unas manos desnudas. En su voz la irrealidad cobra significado.

El poemario incluye dos etapas, la primera hemos hablado vastamente, pero en cambio la segunda es más conmovedora, Darío Ramos pasa por una operación que le devuelve la visión, el poeta se encuentra extraño ¿Cuál es su verdadera realidad? Y escribe esperanzado de recibir ese abrazo que nunca vio, dice: Hoy que retorno del fondo de las sombras, /me espera un beso tuyo en mi pupila rota. Este poemario, digno de ser leído con todos los sentidos nos invita a inaugurar a nueva vida.

Así como Borges y Homero, Darío Ramos perdió la vista pero no la palabra ni el tacto y supo hacer florecer la imaginación (don preciado por los seres humanos) con la cual transmuta al hombre, llevándolo desde el animal instintivo hasta el ser con nombre y apellido, le acarrea a la luz de las palabras, a la poesía.





POEMAS:

EN EL BRAILLE DE TU PIEL


Déjame esculpirte con mis dedos,
cristalizando tus formas en mi iris roto.

Formándome al tocarte
la sombra digital de tu existencia.

La letra erecta de mi palabra
desdobla la sombra de tu relieve.

Detrás de mis ojos perdidos,
solo existe la memoria de mi tacto.

Al tocarte, hago una lectura de tus calores,
releo una y otra vez tus ganas.

Mi tacto loco y desbocado
trajina la noche de tu cuerpo de hoguera.

Al palpar la sabana de tu vientre,
la furia tierna de mi tacto te dibuja.

Acaricio tus lunas de cuarto menguante,
bajo a tu raja con la antorcha de mis manos.

Cuando no leo tu piel ando como perdido,
hoja de Braille: poro de mujer.

Seguiré la ruta de tus deseos con mi boca,
con mis manos y muslos que son mis ojos.

Mujer, puedo verte de una u otra forma,
en el ocaso gris de mi pupila.

Eres ardiente eco de la noche,
eres hermosa en la yema de mis dedos.




El poeta dice cosas
que la ternura no alcanza...

SOMBRA DE BARRO

Al filo del silencio
te hallé recostada en mi piel.

Tus senos en sombras
se amoldaron a mis manos.

Tus pezones salados
fueron océano en mis labios.

Recorrí tu luna negra,
húmeda por mi tacto.

Tu vello de follaje
fue al sol de mi boca.

De tus labios carnosos
fluían orgasmos por doquier.

Mis dedos desbocados
cayeron a tu abismo azul.

Conjugamos nuestro barro,
en tu sombra vi tu luz.

Despeinado, tu sexo espera
el retorno de mi mano.

Artículo tomado de la revista: Ojos de Perro Azul

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