martes, 15 de junio de 2010

TIERNA FICCIÓN



recomposición del trabajo literario


El Internet, en este milenio, hiere la sensibilidad del ser humano, pero así mismo le enriquece. En uno de esos pasajes en que me hallé navegando tropecé con un estudio realizado por Evodio Escalante acerca del Poeticismo, en donde menciona que "Entre la memoria y el olvido hay una tercera zona, la del limbo, un ámbito habitado por fantasmas que nadie reconoce (…)", con esto doy inicio a un artículo sobre un libro que me llegó a las manos: Tierna Ficción, del escritor ecuatoriano Diego Velasco Andrade.

A Diego Velasco lo conozco como hacedor de poemas, varios libros, entre ellos: Cordeles, Alquimias, El poema no es un libro de poemas; es por eso, que su novela: ¿El poeta ha muerto? y este compendio de cuentos cortos sorprende por la manera de ingresar a la literatura, por todos los huecos posibles, desbordando todas las pasiones que se generan en el ser humano. Una carne debeladora de sensibilidades, un uso adecuado del lenguaje. Entonces, admitiría que Diego Velasco no es un escritor sino un experimentador de las letras como placer artístico.

Y sin duda, Tierna Ficción es la máquina fabricadora de imágenes poéticas. Desde el primer cuento: leña circulante hasta el último imaginero descifrador de galaxias donde un día se marchó: Moisés en Gamínides.

Escudriño en Jorge Luis Borges, extraviado en este sensitivo libro, en el otro poema de los dones: “Gracias quiero dar al divino/laberinto de los afectos y de las causas/por la diversidad de las criaturas/que forman este singular universo”. Así, en este universo de la Nueva Vanguardia, donde una nueva sociedad comienza a emerger, Diego Velasco comienza a destituir a los clásicos géneros literarios, devalúa esos cánones donde se van formando palabras muertas, se rejuntan para formar un pozo ennegrecido por la repetición de lenguajes, esos clásicos géneros literarios que rasgan las piedras de la infelicidad y dan pie a la prematura muerte de la poesía.

Barthes explica que el cuerpo comienza a existir cuando se expone al vértigo y esta viene cuando siente repugnancia y rechazo por lo que le disgusta, Diego Velasco nos propone una nueva forma de escritura, sin aspavientos metodológicos, sentirse libres cuando nos encontramos sobre el lomo del cuento y divisar espacios vacíos, carátulas sin cuaderno, pies sin zapatos.

La historia busca al escritor, pasea serenamente por ciudades desconocidas, donde el ojo del escritor devasta la memoria. Es la 24 de mayo, donde leña circulante encuentra su forma. Un árbol estacionado en el mendrugo de la miseria, un tarro oxidado y la soledad que penetra en el sendero del escritor que presencia su expiración en el día, monótono. Diego Velasco se siente inducido en recoger las historias encerradas en los laberintos que deja esta ciudad vacía y solitaria e ir a escribir encima de los tejados, característica de los barrios del Centro de Quito.
Claro, sin dejar a un lado el Surrealismo, donde la imagen se sobrepone sobre la idea, en mar i sol las imágenes se reconstruyen, a medida que el lenguaje se vuelve versátil, libre y donde adquiera una voz por sí mismo, es ahí que el automatismo psicótico del imaginero da rienda suelta a las metáforas, retraigo pasajes del cuento: “Mar i sol… venía de una selva que alimentaba/con leche y miel/a los pájaros…/ un árbol donde pudiese acurrucar todos sus truenos”. Además, el cuerpo se vuelve una chistera de sorpresas donde el escritor retorna como un mago, Y un conejito de savia /se esfumó/de tu ombligo/de repente…

La obra que cada ser humano escribe, tiene concatenación en las ideas. Por eso, hago hincapié en el libro de poemas de Diego Velasco, El derrocamiento del lector, en el poema “Ojo avizor”: un coral es un celentéreo/ que vive con mucha luz/y flores bellas de canto melodioso/en el fondo del océano… Tierna Ficción vive entre la luz, donde un florero urdido de pentagramas canta solo, abriendo puertas e inaugurando un nuevo infierno.

El tímido Borges, por la cual se genera la narrativa de Diego Velasco, se acerca temeroso de sus líneas a un taller literario, en donde, un grupo joven de escritores, le reciben con tijera en mano, de a poco desordenan la sensibilidad de JL (Jorge Luis Borges). A lo largo del cuento nos sorprendemos con el progreso literario y el acompañamiento de los buenos versos de JL.

La preservación del ser está latente en el cuento Judy, un niña que mira la sombra en su espejo, su futuro radiante, bella y esos vericuetos por la cual se pasea el amor. Esta dualidad tan presente en los versos de Jorge Luis Borges (soy, pero soy también el otro, el muerto) aparece como la presencia mimética de la persona en los textos subsiguientes de Diego Velasco.

Así mismo, lo cuentos que siguen convergen entre la sorpresa, el humor y la poesía. García Márquez suicidándose ante un cuadro de Goya, Kipling desplegando ante nuestros ojos el cuento más hermoso del mundo. Moisés en Gamínides inhumanizándose en el paso de un planeta azul. Y concordando con la contraportada del libro: Tierna Ficción, tal como quisiera Cortázar, estos textos se dejan leer.

Este es el ficcionario mundo de Diego Velasco, el limbo, en donde ingresan todos aquellos personajes que por alguna extraña razón irrumpen en nuestros corazones, pero también están todos los marcados por el olvido y que se afanaron a levantar el puño contra los grandes tótems y peces gordos de la hora literatón ecuatorianísima.
No me queda más que abrir las puertas a este infierno poético donde Diego Velasco da una prueba más de ser uno de los escritores que fluye con rapidez hacia la media noche donde un humus cósmico desgarra la hechura de la sabiduría.





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