miércoles, 28 de abril de 2010

PROGENIE



INTRUSIÓN

Despierta has dicho a la memoria mientras el recuerdo aciago se envuelve en el manto que reposa en imágenes desiertas, en parajes estéticos. Mil secretos guardo en mi espejo huyen alardeando: magia-luces que palpo adverso, siento sus manos desnudar mis palabras; de a poco, el recuerdo prodiga sus cuerpos enhiestos en la belleza novicia reflejada vana en el libro. Desde su silencio, abajo aterrados elevan su voz: LIBÉRANOS SOMOS VEINTICINCO AÑOS desplomados en las riberas del sueño…
*
La luna somete a los cadáveres a la sombra, la acecha en silencio, se atusan abrazados en el desorden al que se entregaron. El verbo murió en la carne. El verbo se deshizo en la palabra. La muerte en sus ojos se encuentra abandonada, así como el mar, alejado del mundo, de la sal, de lo efímero que significa respirar, alejados del amor, de ese dios funesto, de la historia. Pues no conocen amor más cercano que el silencio.

¿Dónde reposan su fe?
¿En el desierto, en el seno fecundo de la tierra?
*
Detrás de sus pelos sucios, por sobre encima de la espalda, sus palabras se desvisten ¡HAY POESÍA MÁS HERMOSA QUE LA DE UN MUERTO! El camaleón tartamudea, ha perdido su color, el temor se ha apoderado, ha venido tal un jinete borracho, ha llegado agonizando, sangrando, destruyendo el lamento, sus huesos han predispuesto su tristeza.
Una mordaza atranca sus voces, un rastrillo de luz se esparce por sus cuerpos.



¿estamos abandonados?
¡rescátanos porfavor! ¡son veinticinco años!
¿somos historia de amor?

¿saben amar los cadáveres moribundos?
*
Solo sus cenizas han vuelto, desgarrando sus velos, siendo presos de sus cuerpos, presos de la agonía, del grito cansado
*
Una historia que se cuenta en presente es solo un pasado olvidado, un cielo que se cierra en el mar, un hombre desechado, un perro que lame su cráneo.

¿no son estos cadáveres un encuentro con el mito?
*
Creo es cierto que el verso desmenuza el canto de la mañana, que la voz es un desierto donde integra cuerpos sin cabeza, donde el beso no es más que un pájaro hambriento; ahí la voz es una noche de luna llena, un escombro de rodilla desnuda.
Ahí donde la voz hiere la memoria aparecen estos cuerpos magullados, lacrados… los rayos del sol frenéticos abandonan su estirpe para vengar sus descansos transitorios, ahí es donde el verso toma cuerpo, ahí es donde, celosa, aguarda el vacío de la palabra…
ahí
ahí
ahí.

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