Pedro Gil en el Psiquiátrico Sagrado Corazón
Antes de conocer a Pedro Gil,
había escuchado su leyenda: el constructo de un personaje que merodeaba en la
poesía como uno de los escritores malditos. Con una infancia cruenta y por su
última experiencia; entre ese desandar en el alcohol, las drogas, el recibir 17
puñaladas, y enfrentar al destino con un poemario y un título irreverente 17 puñaladas no son nada podía haberse
convertido en un imaginario de personaje marginal, pero a ciencia cierta es que
Pedro Gil es un poeta clave dentro de lo que Francisco Tobar García llamaría belleza en agonía; sus poemas tejen un
discurso contestatario, consciente de los problemas y las injusticias sociales,
pero siempre partiendo de su primera persona, porque Pedro Gil es su propia
poética, él en si es un poema de barrio, de putas, de arrugas en la sangre, y
lo confirman los versos que escribiría en su primera juventud, del poemario Paren la Guerra que yo no juego:
“Todavía me pertenezco.
Los emperadores de la tierra somos los pobres y yo
Que nos debemos demasiado lágrimas;
No lo niego…
Somos el mundo,
Traducimos la historia con cifras de sangre…
Mi barrio es el más pesado de todos.
… pobres mis pobres.
Vamos hija, los hambrientos también tenemos
Fiesta.”
¿Dónde lo maldito en estos
versos? ¿Dónde lo marginal? ¿Quizá para los críticos de poesía en el país el
seducir los abismos sea traspasar las líneas a lo maldito? Pero sé, y seguro de lo que digo que la
poesía de Pedro Gil es un discurso encabritado a romper lo estático, lo normal,
a burlarse del canon; ruptura sobre la misma poética, de aquellos poetas de
premios y viajes, de alabanzas y de peleítas de niñitos, dentro del tiempo la
poética de Pedro Gil es profundamente liberadora.
Cristian López en la presentación del libro Crónico, en la FIL Quito
Y conocí a Pedro Gil, compartí
con él su presentación del libro 17
puñaladas no son nada, y lo leí, varios versos se me vinieron a la mente
como un llanto de niño, jamás olvidaré los versos que le dedica a su hijo en el
poema Damian, que siempre retomo en mis clases de Literatura:
“Si alguien / Cualquiera/ Quien sea/ Sólo por ofenderte/ Te dice/ Que
fui un presidiario/ De los/ trastornos,/ Que fui lo uno,/ Que fui lo otro,/ Sólo/ Recuérdales/ Que tu
padre / es un gran poeta,/ que no existen/ poetas desalmados…/ … sé bueno con
los buenos,/ Sé mucho más bueno con los malos”
¿Maldito? Diría poeta humano.
Invocación, súplica, soledad, herida inquebrantable, voraz, poesía que
estremece, incesante, versos que no tienen respiro, a su vez tiernos,
terribles, amables, bellos y tormentosos.
Y esas conversaciones que tuvimos
varias lo fueron dentro de las instalaciones del Psiquiátrico Sagrado Corazón,
donde permaneció junto a adictos, a locos, a ancianos deshabitados; lo suyo era
leer, mirar películas mientras las enfermeras y doctores le proporcionaban su
dosis diaria de medicamentos, por eso estoy de acuerdo en su apreciación sobre
la obra que presentamos el día de hoy, Crónico, que hace el poeta Ramiro Oviedo:
“la razón de ser y el lugar de
procedencia de los mismos confluyen en su carácter documental-confesional,
además de terapéutico”. Este es un poemario confesional, pero tiene
carácter documental porque lo vivió y nos presenta una realidad, la que él
percibió, y sigue percibiendo, pero también fue su terapia, una concesión al
trato que recibía a diario, psiquiátricos que en él querían ensayar alguna
verdad científica, fuera de la sensibilidad que como poeta la tiene.
Pedro Gil y Cristian López en la presentación del libro 17 puñaladas no son nada
Y por qué evocamos los primeros
versos para tratar este poemario, tomo palabras de Octavio Paz al tratar a obra
de Luis Cernuda, en su ensayo Juegos de Memoria y Olvido: “Cada poema nos lleva
a otro poema… es un pequeño universo de ecos y correspondencias”, así el tejido
verbal que se da en crónico es similar a sus anteriores versos, son
autobiográficos, miremos del poemario “Sano juicio”, publicado en el año 2004,
tomo los siguientes versos de Demasiado poeta para morir:
“los pacientes/ sabemos lo que
nos dirán:/ que tenemos una enfermedad/ que nos acompañará/ hasta la tumba,/…
que estar aquí es un/ regalo inmerecido…;
Y estos versos de Crónico:
“entiéndeme
caramba/ luego que los resentimientos/ solo para las niñas
o
que la histeria solo para las locas/ "esta mi tierra linda el Ecuador
tiene de todo."
Sigamos
Guerrera/ ¿en qué quedamos? en rehacer el amor,/ porque amando
y
amándonos recuperamos el derecho/ siempre fue nuestro: el amor y el derecho
derecho
de irnos a la derecha/ derecho de irnos a la izquierda
o
de irnos a la mierda/ por lo tanto,/ compañía rica
camina
a orilla de nuestro mar/ recuerda / recuérdame
yo
me vengo/ tú te vienes/ en la costa de los sueños
mientras
en el Pabellón de Ingresos/ me inyectan complejo B, Valium y esperanzas.”
Nos
hace falta oír a nuestros poetas. Oír no lo que dicen expresamente sino su
decir encubierto, diría Octavio Paz, así en la poesía de Pedro
Gil, en el poema Pánico en el bosque de las aguas: “Un bosque hermosísimo/ en las miradas pánico./ Pánico en el fondo de
mis ojos/ hermosísimo el bosque/ en el fondo de mis ojos más pánico/ una mirada
de pánico/ pánico de mí mismo…” ecos de un lugar diseccionado por la
desolación, el poeta nos refiere su entorno, a veces con crudeza, otros con
ironía; nos seduce, embriaga, pero nos sensibiliza, la enfermedad está contada
desde la lógica del marginal, anarquista, disconforme: “Déjeme quieto doctor/ tranquilo estoy sin tranquilizantes”.
Y esa tranquilidad la ensambla con el
cine y la literatura, en el poeta ingresa Panero, Brando, de Niro, Nieto
Cadena, Itúrburu, Dávila Andrade, César Vallejo; así el poema es una
correspondencia con lo más cercano de su vida, es íntimo, tanto en el psiquiátrico, su devenir, como en el
exterior, su esperanza. y esto una vez reafirma lo que alguna vez Pedro dijo: “La poesía es una mujer llena de bendiciones,
la poesía, como el amor, salva. A mí me salvó, lo dije en la locura y lo
confirmo en la abundancia de mi sano juicio”
Dando lectura a este poemario, evoco al amigo en el interior del hospital,
Pedro eludía a personas e identificaba sus rasgos, claramente recuerdo a la
Miss Ecuador, con su locura de niña, y con su belleza de adolescente, pero con
la soledad del enfermo: “Sigue hermosa y loca/ como la existencia,/ su vestido
hermoso y loco/ como el recuerdo./ Se duerme temprano para soñar con nada”
Pero no solo su adicción y la enfermedad son temas de este poemario, si
vamos más allá del texto constatamos que la vitalidad de Pedro es su
autobiografía: el padre, como símbolo de destino, y las instituciones, sea
hospital, policía, estado, como el orden. El primero, desgarrada ternura,
erupciones en el recuerdo: “Mi padre se
sentó a beber/ y no se levantó hasta la muerte”; el segundo, un reloj
implacable que no desperdicia el tiempo para aniquilar al sujeto, un orden que
instaura jerarquía, el poder: “las
miradas del Pabellón de Media Estancia/ más pánico/ si llego vivo, iré”
Terrible, a su vez tierno este poemario de Pedro Gil, crueldad
inmanente, sombras, miedos, temores, amoroso; una cuchillada a la conciencia,
un proceso a un nuevo hombre, crónico con esperanza de vida.
¿Maldito?¿Irreverente?... estocada a los impostores de la poesía maldita,
erótica (así se hacen llamar), que venden libros mas no producen buena poesía;
que se preocupan por una portada eficaz en venta y no en una creación
consciente. Pedro Gil es un buen representante de su vida, escribe con sangre,
pero con intelecto; ha sabido utilizar su derrota y construir su propia
liberación espiritual, sabe que al escribir un verso, no solo se evoca él, sino
también a su comunidad.
Comparto poemas de este libro, Crónico:
Enemigo Público
En el Siquiátrico “Sagrado Corazón”
juego fútbol con angelitos medicados.
Se despierta temprano para hablar
de nada.
El pájaro loco canta y amanece en nosotros.
Es en el patio.
Encima del sol y de las nubes.
No nos tiemblan los pies
para patear
al contrario
sentimiento.
No me tiembla la mano
para acariciar al loco contento
al loco descontento.
Las enfermeras ríen y aplauden.
¿De qué se enferman las enfermeras?
¿Será su enfermedad tan tierna?
a cambiar de pañales a la Muerte.
Preparar los alimentos y la caridad.
Está con nosotros Miss Ecuador 1967
linda década.
Sigue hermosa y loca
como la existencia,
su vestido hermoso y loco
como el recuerdo.
Se duerme temprano para soñar con nada.
¡Déjenme tranquilo!
de la locura vengo
en la locura estoy.
En el siquiátrico Sagrado Corazón
Jugamos fútbol los angelitos medicados.
Preciosismo
Lo real es un espanto
una clínica de desintoxicación,
un masturbador crónico. Jovencísimo.
Madre en el manicomio. Padre policía.
Una infancia más desgraciada que la del Guasón.
Que se masturbara con la Biblia, pasa.
Que se comía a una gata, pasa.
Pero, ¿saben lo que lo excitaba?
el culo de otro adicto cuando defecaba
el excremento que salía lo volvía loco,
deliraba de placer.
Lo real es un espanto
lo imaginario también
Carver se fue recuperado, nueve años sin beber.
Camille fue encerrada 25 años en un manicomio.
Claro, exacto,
usted puede alcanzar la cima en este hospital alias
manicomio alias
casa de la risa.
La cima
La cima de mis ansiedades
La cima de mi descenso.
Comparto poemas de este libro, Crónico:
Enemigo Público
En el Siquiátrico “Sagrado Corazón”
juego fútbol con angelitos medicados.
Se despierta temprano para hablar
de nada.
El pájaro loco canta y amanece en nosotros.
Es en el patio.
Encima del sol y de las nubes.
No nos tiemblan los pies
para patear
al contrario
sentimiento.
No me tiembla la mano
para acariciar al loco contento
al loco descontento.
Las enfermeras ríen y aplauden.
¿De qué se enferman las enfermeras?
¿Será su enfermedad tan tierna?
a cambiar de pañales a la Muerte.
Preparar los alimentos y la caridad.
Está con nosotros Miss Ecuador 1967
linda década.
Sigue hermosa y loca
como la existencia,
su vestido hermoso y loco
como el recuerdo.
Se duerme temprano para soñar con nada.
¡Déjenme tranquilo!
de la locura vengo
en la locura estoy.
En el siquiátrico Sagrado Corazón
Jugamos fútbol los angelitos medicados.
Preciosismo
Lo real es un espanto
una clínica de desintoxicación,
un masturbador crónico. Jovencísimo.
Madre en el manicomio. Padre policía.
Una infancia más desgraciada que la del Guasón.
Que se masturbara con la Biblia, pasa.
Que se comía a una gata, pasa.
Pero, ¿saben lo que lo excitaba?
el culo de otro adicto cuando defecaba
el excremento que salía lo volvía loco,
deliraba de placer.
Lo real es un espanto
lo imaginario también
Carver se fue recuperado, nueve años sin beber.
Camille fue encerrada 25 años en un manicomio.
Claro, exacto,
usted puede alcanzar la cima en este hospital alias
manicomio alias
casa de la risa.
La cima
La cima de mis ansiedades
La cima de mi descenso.
…traigo
ResponderEliminarecos
de
la
tarde
callada
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
CRISTIAN
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE LABERINTO ROJO LEYENDAS DE PASIÓN, BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC SIÉNTEME DE CRIADAS Y SEÑORAS, FLOR DE PASCUA
José
Ramón...
Pedro no es un conejo de indias en la literatura, no necesita opiniones solamente escribir para los que lo escuchamos.
ResponderEliminarEn donde encuentro sus libros, solamente tengo las fracciones de aquí y allá